La gestación subrogada hace que las mujeres que alquilan su vientre se sientan desconectadas y tristes, porque no quieren que su cuerpo sea utilizado como una herramienta de producción.
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La postura de la Iglesia ante la maternidad subrogada y la protección de la dignidad humana
La Iglesia está preocupada por el sufrimiento de las mujeres que no pueden tener hijos por problemas en su útero, pero se opone a permitir la maternidad subrogada porque considera que el cuerpo de la mujer no debe ser usado como una herramienta de producción. La Iglesia cree que los padres no tienen derecho a reclamar al Estado cualquier medio para tener un hijo, incluso si su intención es legítima. En lugar de eso, la Iglesia promueve la protección de la dignidad humana de la madre y el hijo a través de argumentos racionales.
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«Madres portadoras: los riesgos y cuestiones éticas de la gestación subrogada»
La técnica de las madres portadoras consiste en usar el cuerpo de la mujer como una herramienta para producir un bebé para otra persona. Esto implica tratar el cuerpo de la mujer como si fuera una mercancía y pagarle por su uso. La reproducción se divide entre cuatro padres potenciales: la madre genética, el padre genético, la madre portadora y la pareja que quiere tener un hijo. Esta práctica implica muchos riesgos para la salud de la madre portadora y también plantea cuestiones éticas, como la libertad y el respeto a la vida privada de la mujer.
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«Tensiones éticas y riesgos asociados a la práctica de la maternidad subrogada»
La práctica de la maternidad subrogada va en contra del principio de que el cuerpo humano no se puede disponer de él mismo. Aunque algunos defienden la práctica diciendo que las madres portadoras lo hacen de manera voluntaria y consciente, muchos países europeos la prohíben porque contradice la dignidad humana. La ley está para proteger a la persona y su cuerpo, incluso de sí misma. Si se permite la maternidad subrogada, podría conducir a la mercantilización del cuerpo humano, especialmente de las mujeres pobres que pueden sentirse tentadas a vender su cuerpo. Además, la práctica de la maternidad subrogada cosifica a la madre portadora, transformándola en una herramienta de producción y no como una verdadera madre.
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Las consecuencia de la cosificación del ser humano en la maternidad subrogada según Benedicto XVI
Benedicto XVI dijo en su encíclica Deus Caritas est que la cosificación del ser humano es un problema porque la gente ve al cuerpo como algo que puede ser utilizado y explotado. La maternidad subrogada también cosifica al hijo porque es tratado como un objeto en un contrato. Si un hijo es tratado como un objeto, es posible que su calidad sea cuestionada. Por ejemplo, si el niño tiene discapacidad o malformaciones, puede que los padres lo rechacen y se prevea que la madre aborte. Pero esto va en contra de la dignidad humana y de nuestra civilización, porque las personas no deben ser tratadas como cosas que pueden comprarse o venderse.
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El impacto emocional y psicológico de la práctica de los vientres de alquiler en la relación madre-hijo y el desarrollo del niño
La práctica de los vientres de alquiler rompe la relación especial que se establece entre la madre y el hijo durante el embarazo. La madre portadora tiene que entregar al niño después de los nueve meses de embarazo, lo que puede causarle un gran sufrimiento emocional. Esto también puede ser difícil para los hijos de la mujer gestante, quienes pueden sentirse confundidos al ver que su madre entrega al bebé al que ellos consideran su hermano o hermana. Además, la relación entre la madre y el feto es muy importante para el desarrollo psicológico del niño, según los últimos descubrimientos médicos. El bebé es sensible a las emociones de su madre y puede detectar olores y sabores, lo que influye en su identidad y personalidad. La práctica de los vientres de alquiler no tiene en cuenta estos factores, lo que puede tener graves consecuencias para el desarrollo psicológico del niño.
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Adopción vs. Maternidad subrogada: Diferencias y postura de la Iglesia Católica
La adopción y la maternidad subrogada son dos cosas diferentes. En la adopción, los padres adoptan a un niño que ya existe y que no tiene familia. Los padres adoptivos no crean al niño, solo lo acogen en su hogar. En cambio, con la maternidad subrogada, el niño es fabricado a pedido de los padres y la madre gestante lo abandona después del parto. Con la adopción se ofrece una familia a un niño sin familia, mientras que con la gestación por otro se crean dificultades sin importar el bienestar del hijo. La Iglesia Católica promueve la adopción como una forma de ofrecer amor y apoyo a un niño sin necesidad de vínculos biológicos.