• 07/07/2024

Los principios no negociables de Benedicto XVI en el diálogo con China

Benedicto XVI principios

Benedicto XVI y el Partido Comunista Chino

¿Cambió el Papa Francisco radicalmente la postura de su predecesor en cómo tratar con el Partido Comunista Chino? La respuesta a esta pregunta es un tema de debate, particularmente en lo que respecta a los principios no negociables que el Papa Benedicto XVI dejó establecidos para cualquier acuerdo con China.

En 2007, Benedicto XVI publicó una “Carta a los obispos, sacerdotes, consagrados, y fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China”, un documento que fue el resultado de largas discusiones entre el Papa y el Secretariado de Estado. Esta carta estableció una postura más conciliatoria hacia el Partido Comunista Chino que la del Papa Juan Pablo II.

Benedicto xVI

La carta incluyó algunas concesiones significativas al partido, incluyendo la revocación de directivas pastorales que autorizaban formas de desobediencia civil al Estado. También manifestó la disposición de negociar con el régimen sobre las provincias eclesiásticas y no descartó un acuerdo con el gobierno sobre la elección de obispos, siempre y cuando la decisión final fuera tomada por el Papa.

No obstante, Benedicto XVI estableció que la estructura de la Iglesia debía permanecer “petrina” y “apostólica” en China, y que había valores no negociables que debían ser respetados. El Papa reconoció la existencia de tres tipos de obispos en China: los de la Iglesia “clandestina”, los de la Iglesia Patriótica Católica China y los de la Iglesia Patriótica China que no se habían reconciliado con Roma.

Benedicto XVI permitió que los fieles católicos asistieran a las misas de los primeros dos tipos de obispos, y que los sacerdotes ordenados por ellos fueran reconocidos como legítimos. Sin embargo, declaró que los obispos y sacerdotes del tercer tipo eran válidos pero ilícitos, y que los fieles sólo podían asistir a sus misas cuando no había otra opción disponible.

Benedicto xVI

Además, Benedicto XVI aclaró que el “Colegio de obispos católicos de China”, reconocido por el régimen y formado por los obispos patrióticos, no era una verdadera Conferencia Episcopal y presentaba elementos incompatibles con la doctrina católica.

Aunque Benedicto XVI mantuvo una postura más rígida que la de su sucesor, el Papa Francisco, el Papa actual ha aceptado ciertas concesiones en las negociaciones con el Partido Comunista Chino, como permitir que el régimen elija a los obispos, que el Papa deberá consagrar. Además, ha buscado poner fin a la separación entre la Iglesia Patriótica China y la Iglesia “clandestina” leal a Roma, que se ha mantenido durante décadas.

Hay un elemento adicional de discontinuidad entre las posturas de Benedicto XVI y Francisco que a menudo se pasa por alto. En su carta de 2007, Benedicto XVI afirmó que la Iglesia no puede renunciar a proclamar el plan de Dios para el matrimonio y la familia.

No habría libertad religiosa si la Iglesia pudiera predicar sobre cuestiones relig iosas en China, pero no pudiera denunciar con mayor urgencia las fuerzas que influyen negativamente en la familia. Este llamado a la libertad de expresión sobre la vida y la familia, que Benedicto XVI consideraba «no negociable», también parece haber sido dejado de lado por su sucesor.

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Es evidente que existen diferencias entre las posturas de Benedicto XVI y Francisco en cuanto a cómo tratar con el Partido Comunista Chino. Mientras que Benedicto XVI insistió en la importancia de mantener la estructura petrina y apostólica de la Iglesia en China, Francisco optó por aceptar los compromisos necesarios para lograr un acuerdo con el gobierno chino. Este acuerdo, aunque imperfecto, permitió el nombramiento de obispos y la reunificación de la Iglesia Patriótica y la Iglesia subterránea en China.

En última instancia, el enfoque de Francisco hacia China puede ser visto como un intento de encontrar una solución pragmática a una situación complicada y en constante evolución. Pero para muchos críticos, este enfoque ha significado ceder en ciertos valores no negociables, como la libertad de expresión en cuestiones de vida y familia.

Fuente: Bitter Winter

 

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