Blog del sagrado Corazón de Jesús: De la sal y otros sabores
Pues todos han de ser salados con fuego. Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonarán? Tengan sal en ustedes y tengan paz unos con otros (Mc 9, 49-50).
Estas expresiones vienen detrás de una enseñanza de Jesús a sus apóstoles en que les hacía ver que si algún miembro corporal les era motivo de pecado era preciso arrancarlo, y con ello les mostraba que había que cortar con el mal, con el pecado. Y las palabras que le siguen a esta enseñanza vienen a reforzar esto.
Jesús usa ahora la imagen de la sal. Un ingrediente o elemento presente desde la más remota antigüedad humana y dedicado a diferentes usos: el de conservar los alimentos en buen estado, recordemos que no había refrigeradores entonces y no en todo el orbe existía el hielo para mantener libres de la corrupción los alimentos, como la carne, por ejemplo; otro uso común y ancestral es el de sazonador; por medio de la sal se acentúa el sabor de los alimentos.
Bella parábola usó Jesús en aquel momento. No solo enseñó a sus discípulos a evitar hacer el mal, sino también a tener cuidado de la corrupción. En efecto, en otra ocasión Jesús enseñó a sus discípulos a que se cuidaran de la levadura de los fariseos y de la de Herodes; con ello les indicaba que evitaran la corrupción; hermosa contraparte: la levadura descompone, la sal conserva; la levadura corrompe, la sal mantiene estabilidad; así que, ambas cosas son útiles, pero realizan procesos contrarios.
Entonces no se trata solamente de evitar el pecado sino de “curarse en salud”. Evitar el pecado sin luchar contra él tiene algo de merito, pero no todo. La sal viene a significar la virtud, la levadura sería la tentación.
Con la levadura, desde la antigüedad hasta nuestros días, se hace la descomposición molecular de las cosas; la levadura, por decirlo así, pudre. Con ella se podía fermentar y hacer vinos, amasar la harina para hacer el pan. Con la sal se evita este proceso.
Hoy día se sigue usando la sal para conservar algunos alimentos, sobre todo en regiones donde hace demasiado calor. Se salan enormes tasajos de carne y se logra conservar, incluso por semanas, en regiones calurosas y donde no se tiene acceso a refrigerantes.
Pero no divaguemos demasiado. Vayamos a lo práctico. Los apóstoles están siendo advertidos que serán salados, más que eso, que serán sal. Que no pierdan la sal. Que no pierdan la paz.
Jesús les dice la bondad de la sal. Les aconsejó que tengan sal. Es decir, que estén preparados contra la corrupción. Si ellos están ahora siendo adiestrados para ser diferentes, para saberse no de este mundo, sino ciudadanos del reino de los cielos, entonces ellos no solamente deben evitar corromperse, sino estar al frente de las comunidades que después creerán en el evangelio. No se trata solamente de que ellos se preserven del mal, sino de que ayuden a que otros puedan además ser librados del mismo. Ellos deben cuidar que los que crean perseveren en esta fe.
Esto nos puede llevar a reflexionar sobre el Padrenuestro. En efecto, existen dos peticiones interesantes: no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. La primera puede sugerir la levadura, el pecado, el mantener los miembros amputados para este mundo antes que pecar; el segundo nos sugeriría propiamente la sal, aquello que evita el proceso de corrupción.
Jesús es recalcitrante, él vuelve sobre sus pasos para recordarles a los discípulos sus enseñanzas una y otra vez con diferentes ejemplos; por supuesto que los discípulos se sentirán confundidos por aquello de las demasiadas parábolas que su maestro emplea para enseñar una y otra vez; pero al final, la ayuda del Espíritu Santo será decisiva, y ellos comprenderán todas las cosas que él quiso decirles a ellos para prepararlos, tanto a la evangelización como a la preservación del mensaje y la perseverancia en las promesas.
Esto es la sal, algo que les preservará del mal; que los mantendrá a salvo, pero esto exige esfuerzo. Él les advierte que la sal puede perder su sabor, puede perder sus cualidades anticorrupción; la sal se puede volver insípida. Ellos pueden estar el peligro. Por tanto, les hace ver esta posibilidad. Juntando ambas enseñanzas ellos estarán preparados a cualquier adversidad. Esto es: cuidarse de lo que corrompe, conservar lo que preserva. Evitar lo que hace sufrir, conservar lo que da la dicha. Alejarse del pecado y permanecer en la gracia. Librarse del castigo y acercarse al consuelo. Decir líbranos del mal quiere decir: déjanos ser sal. Decir no nos dejes car en la tentación quiere decir aléjanos de la levadura.
Ambas cosas necesitan esfuerzo. Un alcohólico que decide no beber más, tiene mérito; pero si sigue frecuentando los mismos lugares, los mismos amigos, los mismos ambientes, está expuesto a la levadura, es decir, a la posibilidad de recaer; pero si saca definitivamente de su vida la adicción, entonces no necesita ni ver ni oler aquello que le causa tentación, la dulce tentación del veneno. Si, por el contrario, a su decisión de permanecer sobrio añade nuevas amistades, nuevos ambientes, un cambio verdadero de vida, no estará solamente luchando por evitar la recaída, sino que estará preparado para enfrentar cualquier posibilidad de recaer; si llena su vida de otras cosas que lo hagan feliz, el alcohol pasará al asiento trasero, y no le importunará estar cerca de bebedores. Y es que nos se trata solamente de evitar la adicción, sino de vivir sin ella. Esto es quitar levadura y poner sal.
Si el novio y la novia terminan su relación y uno de ellos sigue frecuentando aquellos lugares a donde solía salir con su enamorado y sigue conservando las cosas pequeñas que la relación dejó como parte de su historia, si le sigue importando lo que el otro hace, entonces solamente está poniendo levadura a sus heridas de amor, pero si cambia de ambientes, si deja que otras personas entren en su vida y sean parte de ella –amistades, otras pequeñas cosas que disfrutar– si se da la oportunidad de dejar el pasado como algo a lo que no le debe tributo, entonces estará poniendo sal a su vida.
La otra imagen de la sal que puede interpretarse desde aquí es aquella del sabor. El mundo es dulce, el mundo es placentero, las cosas del mundo llenan grandes huecos del alma; pero no son esenciales una vez que se ha conocido el buen sabor del evangelio, las cosas cambian de sabor, de perspectiva, de orden. El creyente ha de ser alguien que ha superado o que está en proceso de superación de los antiguos sabores para dar paso a los nuevos. El cristiano es gente con sabor. Con sabor acentuado. El cristiano es novedad porque el evangelio es novedoso. Si vive como el resto del mundo, lo hace sigue siendo del mundo. Sin embargo, está llamado a no serlo. Los que hemos creído en el evangelio tenemos otra patria, somos ciudadanos del reino de Dios. Le damos sabor al mundo, porque hemos encontrado la riqueza, la dulzura verdadera, aquello a que somos llamados. Con la imagen de la sal, entonces, Jesús quizás enseña dos cosas: a permanecer libres de corrupción y a darle al mundo un sentido y dirección sabor diferentes: la gloria, la vida, la bondad, la eternidad.
Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío.
Artículo escrito por el padre PAcco Magaña para el blog del sagrado Corazón de Jesús. El Padre Pacco es sacerdote de la Guardia de Honor en SL, Mexico.