Blog del sagrado Corazón de Jesús: Fuego de Amor vivo
“Se me presentó Jesucristo, mi Divino Maestro, todo radiante de gloria, con sus cinco llagas, que brillaban como cinco soles, y por todas partes salían llamas de su Sagrada humanidad, especialmente de su adorable pecho, el cual parecía un horno. Y abriéndoselo, me descubrió su amante y amable Corazón, que era la fuente viva de semejantes llamas.”
(Tercera revelación de Nuestro Señor a
Santa Margarita María Alacoque, 1674)
Libro Amar al Amor, pág. 16
Jesús, Nuestro Señor, se le presentó a Santa Margarita un día viernes, cerca de la octava del Corpus Christi, y esto ocurrió mientras ella estaba ante la Sagrada Eucaristía, presencia viva de Cristo, forma que Él mismo eligió para permanecer entre nosotros: vivo; nosotros lo vemos oculto en el Sacramento de su Amor, que era lo que ella en ese mismo momento contemplaba y adoraba, sin embargo Nuestro Señor por el inmenso amor que le tenía decide darle el incomparable regalo de mostrarle su humanidad completa. Y se le muestra como a sus apóstoles, es decir, deja al descubierto sus cinco llagas, manos, pies y costado, pues son la prueba de amor más grande que nos puede dar: “con sus cinco llagas, que brillaban como cinco soles, y por todas partes salían llamas de su Sagrada humanidad”, luz de luz, se le muestra glorioso, ella describe también: “especialmente de su adorable pecho, el cual parecía un horno”, ¿Qué hay en ese adorable pecho que salen de él tales llamas, especialmente sobre las demás llagas?
Su pecho, según Santa Margarita María, parecía un “horno”, es un fuego muy intenso, contenido en un solo lugar; de entre los símbolos de fuego que reconocemos en nuestra Iglesia, está el del Espíritu Santo, que es el lazo de amor entre el Padre y el Hijo, tercera persona de la Santísima Trinidad; es fuego que transforma todo lo que toca; es fuego de amor vivo y divino, pues sale de su corazón latente, fuego de amor perenne.
Y abriéndose Jesús su pecho, “me descubrió su amante y amable Corazón, que era la fuente viva de semejantes llamas”, relata Santa Margarita María; si contemplamos el símbolo que nos representa el Sagrado Corazón de Jesús, el fuego que hay en él, además de que rodea completamente su Sagrado Corazón, contiene un fuego más entre el Corazón mismo y la cruz y es representación de Jesús que se mostró más amante que nunca estando en la cruz, su corazón es fuente viva de llamas incomparables, aun viviendo un sufrimiento extremo como la crucifixión su corazón se mantuvo puro, libre de mancha, predominó y reinó en Jesús el Amor: amor a los que le amaban, vio a su madre y nos encomendó a su cuidado; amor a quienes lo crucifican: “Padre perdónales pues no saben lo que hacen”; amor al Padre:, “en tus manos encomiendo mi Espíritu” a pesar de que experimentaba el abandono.
Jesús nos enseña una manera de amar muy diferente, el fuego que brota de él es un amor puro; aprendamos de Nuestro Maestro, de Nuestro Dios, Él nos enseña cómo: “Ama a tus enemigos, hazles el bien a los que te odien, bendice a los que te maldigan, ruega por los que te difamen” (Lc 6, 26-28); pues si amamos solo a los que nos aman, ¿qué méritos tenemos?, nos lo decía Jesús; Él hizo lo extraordinario en ese momento, y lo sigue haciendo ahora y siempre, su corazón irradia fuego de amor vivo, por cada uno de nosotros; ya pertenezcas a los que le aman, ya pertenezcas a los que lo han herido, como los que lo crucificaron; y si te descubres que perteneces a este grupo y ya no quieres serlo más, míralo frente a ti cómo se le presentó a Santa Margarita, le mostró sus llagas radiantes y le descubrió su pecho, su amante y amable Corazón; Jesús presentándose así te quiere decir una sola cosa: Te amo… ámame.
Por Taide Leticia Martínez Montiel, Guardia de Honor del Sagrado Corazón. San Luís de Potosí, Mexico. Mi Twitter: @taidelmm
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