Blog del Sagrado Corazón de Jesús: «Vivir en santidad las vocaciones»
¿Qué tan cercana o lejana vemos la santidad en nuestra vida? A veces pareciera ser que la percibieramos casi como un imposible, sobretodo si somos laicos, uno puede llegar a creer que es más fácil alcanzarla mediante la vida Consagrada, pero, con la gracia de Dios, mucha voluntad y perseverancia de nuestra parte, podemos alcanzar ese llamado de amor, en cualquier estado que nos encontremos.
En toda vocación es necesario tener amor a Dios, a nuestro prójimo, fé, fuerza de voluntad, humildad, caridad y perseverar en el camino al cual queremos llegar, y sobre todo, ser muy dóciles a la voz del Señor, en todas las vocaciones se tendrán batallas espirituales, por tanto, menester es, que nos mantengamos fuertes y en constante vigilia, nos podemos ayudar por medio de recibir a Nuestro Señor en la Eucaristía, orando, ayunando, dominando a nuestra carne que es flaca, entre otras buenas prácticas piadosas.
Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.
Mt 26, 41
Si bien es cierto que este camino es de entrega y sacrificios también, a mí me gusta verlo más como un camino de amor, así como el Sacrificio de Jesús en la cruz, fue por amor, por un gran amor a Dios Padre que le llevó a obedecerle en todo, y amor a nosotros, que somos el precio de su preciosísima Sangre.
Pienso en San Giuseppe Moscati, soltero laico, llamado «El doctor de los pobres», aunque él estuvo enamorado y quería casarse, su camino era otro, y por amor al prójimo sacrificaba el ver a su amada por ver a sus pacientes y atenderlos con amor, él reflejaba el Evangelio en sus obras, en su vocación, en su soltería.
La vocación del matrimonio también es muy bonita, y qué mejor que ambos estén dispuestos a cimentar su amor en Dios, que verdaderamente formen una sola carne y tengan esa disposición de querer ayudarse mutuamente para alcanzar la Santidad, pienso en la beata Conchita Armida que decía que nunca le estorbó su Pancho (esposo) para las cosas de Dios, nunca le prohibió que fuera a misa, que fuera una mujer piadosa, y además por supuesto, se ocupaba de sus hijos, de su esposo, de atender a su familia, ella llevaba muy bien y con amor su vocación de esposa y madre.
En Santa Juana Francisca Frémiot, Baronesa de Chantal, y co fundadora, junto con San Francisco de Sales, de la Orden de la Visitación de Santa Maria, vemos que se puede vivir en santidad en cualquiera que sea nuestro estado, ella pasó por todos, soltera, casada, viuda y Consagrada, y en cada uno de estos, vivió en santidad. Mujer íntegra, que supo dar buen testimonio Cristiano con su vida, y con la cual dejó muchos buenos frutos. Así como ella, vivamos nuestra vocación, cualquiera que sea, en santidad, pidamos las gracias necesarias para llevarla por el camino recto y entrar por la puerta estrecha.
En ocasiones, pedimos al Señor cosas que no son provechosas para nuestra alma, pero, sin embargo, nos da lo que necesitamos, y sea cual sea su voluntad, hemos de tener la plena confianza que es lo mejor para nosotros. Muchas veces pedimos cosas para la vida temporal, pero sin duda, que hemos de enfocarnos a pedir para la vida eterna, comenzar desde ahora, en trabajar para ganar el reino de los cielos, y habitar al fin en esa morada que nos prepara Jesús.
Cuando pedimos cosas que se quedan en la vida terrena, nos centramos en lo secundario, cuando lo que es menester hacer, es fijar nuestro objetivo a lo primario, y ocuparnos en ello, lo principal que es: llegar al Reino de Dios y disfrutar de la vida eterna, y claro está, en ese camino hemos de andar amándole, adorándole y alabándole, no solo de palabras ni pensamientos, sino también hemos de pasar a la acción con obras. Dejemos de pensar que los Sacerdotes y monjas la tienen más fácil y que quizá son los únicos que pueden llegar a ser Santos, porque la realidad es que cada uno de nosotros, estamos llamados a la santidad, y no es que debamos pasar todo el día dentro de una Iglesia rezando todo el tiempo, sí, es muy bueno y provechoso asistir a la Santa Misa, de hecho, ¡Eso es algo que debemos hacer y con mucho gusto! Y También recibir a Nuestro Señor, rezar, meditar, contemplar, pasar tiempo con Jesús Sacramentado, pero además, también lo glorificamos con nuestra vida diaria, y viviendo el Evangelio según nuestro estado. Pidamos a Dios las gracias necesarias para vivir en santidad nuestra vocación, y busquemosle en todo momento sin descanso, no lo perdamos de vista, porque a veces en un solo instante, podemos jugarnos la eternidad.
Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Mt 7, 7-8
Artículo escrito por Susana Martinez. GdH de SLP. Mexico.
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