• 03/12/2024

¿Cómo debemos ser para agradar a Dios?

En una ocasión, preguntaron a la Madre Superiora de un Monasterio de la Visitación, ¿cómo es que debíamos ser para agradar a Dios? Y ella respondió: «Como una florecita, calladita, pequeñita, y muy perfumadita.»

Y bien es cierto que debemos ser calladitos, hablar de corazón a Corazón con Nuestro Señor, saber escucharle, pedirle la gracia de que nuestra voluntad sea una con la suya, de saber amarlo más y poder corresponderle dando amor por Amor. Un día, Él se presentó a Santa Margarita María de Alacoque y le dijo: «Quiero hacerte leer en el libro de la vida donde se contiene la ciencia del amor.»
<<Su divino Corazón se abrió como un gran libro, en el que leí las lecciones admirables de su puro amor>>. Santa Margarita.

Volvámonos pequeños, reconozcamos que todo lo que puede haber de bueno en nosotros, es porque Nuestro Señor nos lo ha dado, «El hombre es lobo por naturaleza, más oveja por gracia de Dios.» San Francisco de Sales.
A veces puede suceder que al hacer una buena obra caigamos en la tentación de querer atribuirnos el mérito cuando nos señalan «nuestros» buenos actos y vanagloriarnos de ello, en este caso pensemos que «Así como en la imagen del Señor y de la Bienaventurada Virgen, pintada en la madera, se honra al Señor y a la Virgen sin que la madera ni la pintura se atribuyan nada a sí mismas.» San Francisco de Asís. Y nosotros somos menos que la madera, recordemos que somos simples instrumentos.

«Y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.» (Mt 18, 3-4)

Perfumémonos con el agradable aroma de las virtudes, obediencia, mansedumbre, caridad, humildad, paciencia… Jesús siendo Dios, en virtud de la obediencia, humildad y caridad convirtió agua en vino a petición de su Santísima Madre en las bodas de Caná (Jn 2, 1-10) así también nosotros debemos ser prestos a ejercitarnos en las virtudes, obedecer y aceptar las invitaciones que nos hace: «Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.» (Mt 11, 29)
«Permaneced en Mi, permaneced en mi Amor. (Jn. 15, 4-9)»

«Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros.Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos.» (Col 3, 12-15)

«Porque el temor del Señor es sabiduría e instrucción, le agradan la fidelidad y mansedumbre. (Si 1, 27)»

«Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado. (Ga 6, 1)»

Pidamos pues a Jesús que venga y cambie nuestros corazones de piedra en unos de carne, mansos y humildes semejantes al suyo, pongamos en sus manos nuestra vida y reposemos en su Divinísimo Corazón, amémosle y dejémonos amar por Él.
Jesús manso y humilde de corazon, haz mi corazón semejante al tuyo!

«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.» (Mt 11, 28)

Dios sea bendito.

Susana M.M. San Luís de Potosí. Mexico. Mi twitter.

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