• 05/10/2024

Cómo hacer la oración más efectiva

oracion dios

Cómo orar a Dios

A veces pensamos que comprendemos bien que es la oración. Porque la practicamos y oímos hablar de ella en las homilías y a amigos.

Pero no tenemos en cuenta que la oración es un conversar con Dios, permitido por Él, por el pacto que hizo con nosotros a través de su sangre. En la última cena Jesús dijo “esta copa es la nueva alianza sellada con Mi sangre que es derramada por ustedes” (Lucas 22: 20) Esta Alianza está sustentada en la elección de Jesús para comunicarse con nosotros; en Juan 15: 16 dice “no me escogieron a Mí sino que Yo los escogí a ustedes”.

Esta conversación es estimulada por Jesús y tiene diversas dimensiones. Es una conversación que demuestra confianza entre dos personas, es una súplica, una alabanza, una acción de gracias. Podemos suplicar y pedir a Jesús y quizás eso sea lo más importante para nosotros. Pero también Él quiere que le agradezcamos continuamente por la vida que nos dio y por lo que tenemos. La oración no tiene eficacia por sí misma al igual que los sacramentales, porque si la invistiéramos de eficacia propia sería una superstición. La oración es la comunicación que sale de un corazón humilde estableciendo un diálogo con su creador.

Y por lo tanto tendrá un rebote más eficaz o no de acuerdo a nuestra situación personal; si estamos en comunión con Jesús o no. La oración siempre es escuchada, pero cuando brota de un alma purificada Dios la escucha con más benevolencia. Dicho de otro modo, cuando la persona que reza está en comunión con Jesús, Él estará más atento para responder a las súplicas porque ama a las almas que se entregan humildemente.

LA ORACIÓN ES LA LLAVE PARA ENTRAR EN LA VIDA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Una forma de llegar a la unión con Dios es la Eucaristía, donde recibimos el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Pero también la oración es la unión con la Santísima Trinidad o sea con Dios en toda su plenitud. En Romanos 8 San Pablo dice que la oración es el trabajo de la Santísima Trinidad, dirá que es una moción del Espíritu que mora en ti. Y también dirá que el Espíritu ayuda a nuestra debilidad cuando no sabemos cómo orar y entonces intercede.

Podemos verlo como que el Espíritu que mora en nosotros nos mueve, uniéndonos estrechamente a Dios Hijo, para que dirijamos nuestra oración al Padre. En los numerales referidos a la Oración Cristiana en el Catecismo de la Iglesia Católica dice que la oración cristiana es una relación de pacto entre Dios y el hombre por intermedio de Cristo. Y que brota en una asociación entre el espíritu y nosotros mismos, en dirección al Padre.

Esta es la dimensión trinitaria de la oración, en que el Espíritu Santo nos une con Cristo para apelar al Padre. Por lo tanto la oración no es un mensaje dejado a Dios por WhatsApp o en una botella tirada al mar, esperando que Dios se percate que le estamos hablando, que le dejamos un mensaje y se disponga a oírlo. Sino que es la forma en que se produce nuestra unión con la Santísima Trinidad.

Posiblemente no lo experimentemos a nivel sensible, porque quizás no tengamos los éxtasis de San Francisco de Asís o Santa Teresa de Ávila. Pero no hay tal cosa como una espera para que Dios oiga la oración. La oración misma ya nos mete en comunicación con Dios. Por eso, la oración es ante todo la forma en que podemos participar en la vida de la Santísima Trinidad. Y en la medida que entramos en la vida de la Santísima Trinidad no tiene sentido pensar la oración como un mensaje que espera ser oído.

El mensaje siempre es oído, porque la oración nos posibilita participar en un diálogo sentados a la mesa con las tres personas de la Santísima Trinidad. No hay posibilidad que la oración no sea escuchada. Obviamente esto no significa que obtengamos siempre una respuesta positiva a nuestros pedidos.

La fuerza de los sacramentales

DONDE RESIDE EL PODER MODIFICADOR DE LA ORACIÓN

La oración modifica 3 cosas:

  • Primero, modifica al orante, porque Dios lo va sanando y dándole información infusa.
  • Segundo, modifica la relación con Dios, porque nos vamos habituando a un estilo de conversación especial, agarrando confianza.
  • Tercero, modifica el mundo físico, porque cuando le pedimos algo a Dios y Él nos corresponde de alguna manera modificando la situación alrededor nuestro para dárnoslo.

Es a esto último que solemos llamar poder de la oración. Que está fundamentado en el pasaje el evangelio que dice “pide y se te dará, busca y encontrarás, llama y se te abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abrirá” (Mateo 7:8). Por lo tanto se trata de una promesa incondicional y que incluye hasta la violación de las leyes naturales por parte de Dios.

Y hay 3 principios que tenemos que tener claro. Uno, que es infalible, o sea que nuestra oración siempre será escuchada. Incluso la de aquellos que están en pecado mortal. Dos, que esto se produce no por nuestro poder personal sino por la promesa de Cristo de que siempre va a responder a las oraciones. Es la bondad y misericordia de Dios que nos permite la oración, de otro modo sería hablar como con una pared. Tres, la razón por la que se van a conceder las peticiones no es por el mérito nuestro sino por la infinita misericordia de Dios.

Por eso la oración implica la fe y la confianza en la misericordia de Dios. Y la respuesta de Dios dependerá de lo razonable de nuestra petición. Cuanto más necesario espiritualmente sea nuestro pedido y más esté relacionado con la misión que Dios nos ha dado, es más probable que es la petición sea otorgada. La razón por la que Dios no entrega lo que pedimos es porque podría resultar perjudicial para nosotros.

Y esto vale sobre todo para los bienes temporales que solicitamos. Cuando nosotros le pedimos algo a Dios Él tiene 3 respuestas posibles: sí aquí lo tienes, por ahora no sino más adelante, y esto no es para ti. Y cuando nos niega algo seguramente tiene otro regalo mucho más valioso para darnos.

 

Mira uno de nuestros vídeos relacionados con este tema: