Lo que no sabías de los padres de la Virgen María: San Joaquín y Santa Ana
Martirologio Romano: Memoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a la tradición de los cristianos.
San Joaquín, cuyo nombre significa «Yahvé prepara», fue el padre de la Virgen María, madre de Dios. Aunque los evangelistas no proporcionan detalles sobre los padres de la Virgen, la tradición cristiana ha reconocido a los santos esposos Joaquín y Ana como los padres de la Madre de Dios. A pesar de que algunas fuentes apócrifas han mencionado su historia, se debe ser cauteloso en cuanto a su total autenticidad.
Según San Pedro Damián, algunos consideran curiosa e innecesaria la indagación sobre cuestiones que los evangelistas no narraron, como los detalles de la vida de Joaquín y Ana. Sin embargo, la tradición, basada en testimonios antiquísimos y de origen temprano, ha honrado a Joaquín y Ana como los padres de María.
El Protoevangelio de Santiago, el Evangelio de la Natividad de Santa María y el Pseudomateo o Libro de la Natividad de Santa María, han sido fuentes apócrifas que mencionan la historia de Joaquín y Ana como padres de la Virgen María. Aunque estas obras han sido excluidas del canon y no son totalmente auténticas, contienen datos históricos que se han basado en tradiciones y documentos fidedignos.
La tradición menciona que Joaquín y Ana vivieron inicialmente en Galilea y luego se establecieron en Jerusalén, donde nació y creció la Santísima Virgen. La Iglesia de Santa María, también conocida como Santa María ubi nata est, Santa María in Probática, Sagrada Probática y Santa Ana, fue construida en el siglo IV, posiblemente por Santa Elena, en el lugar de la casa de San Joaquín y Santa Ana, y allí sus tumbas fueron veneradas hasta el siglo IX, cuando fue convertida en una escuela musulmana.
El día de San Joaquín se celebra el 20 de marzo según el calendario de Julio II y fue suprimida durante un tiempo, pero restaurada por Gregorio XV en 1622. Posteriormente, Clemente XII fijó la solemnidad en el domingo siguiente a la Asunción. Finalmente, León XIII dignificó la fiesta el 1 de agosto de 1879, que luego se celebró conjuntamente con Santa Ana.
Santa Ana, cuyo nombre proviene del hebreo «Hannah», que significa «gracia», también ha sido tradicionalmente identificada como la madre de la Virgen María. Al igual que en el caso de San Joaquín, se menciona su historia en fuentes apócrifas, pero es necesario tener precaución al interpretar sus afirmaciones.
El Protoevangelio de Santiago cuenta que Ana y Joaquín, una pareja rica y piadosa de Nazaret, no tenían hijos. Luego de sus oraciones, un ángel les prometió que concebirían y darían a luz una hija cuyo fruto sería bendecido por todo el mundo. Así, Ana dio a luz a una hija, a quien llamaron Miriam, la futura Virgen María.
El culto a Santa Ana se puede rastrear en Oriente desde el siglo IV, y su fiesta se celebra el 25 de julio. En la Iglesia Latina, Santa Ana no fue ampliamente venerada hasta el siglo XIII, cuando su historia fue incorporada por San Jacobo de Vorágine a su Leyenda Áurea.
Santa Ana es considerada patrona de las mujeres trabajadoras y se la representa con la Virgen María en su regazo, sosteniendo al Niño Jesús. Es también la patrona de los mineros, quienes comparan a Cristo con el oro y a María con la plata.
San Joaquín y Santa Ana son recordados como los benditos padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios. Su fiesta se celebra el 26 de julio en la Iglesia Latina y el 25 de julio en Oriente. A lo largo de la historia, han sido venerados como modelos de santidad y patrocinadores de diversas devociones y gremios. Su legado perdura en la memoria de la Iglesia y su ejemplo sigue inspirando a los fieles en su camino de fe.
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