El demonio y sus manifestaciones:
El demonio no se toma vacaciones, nunca se hace una siesta para descansar, no pierde el tiempo, ni se toma un día libre. Su único afán es buscar una oportunidad para atacarnos, combatirnos, esclavizarnos y conquistarnos.
La oración es una protección contra los demonios. Por eso, uno de sus ataques principales se orienta a que dejemos de hacer oración diaria. Vivimos en tiempos difíciles, vivimos en un mundo que se deja llevar por las seducciones del mundo, el demonio y la carne, nosotros, hoy más que nunca debemos abandonarnos en el Señor mediante la oración. Alejarse de la oración es alejarse del Señor, alejarse de la oración es acercarse al demonio, y ponerse a su alcance para que caigamos en las tentaciones que nos va a sugerir. Junto a la oración, para que esta sea auténtica debe desterrarse del alma la soberbia, y dar cobijo a la humildad y demás virtudes cristianas. La oración que es diálogo de amor con Dios debe ayudarnos a practicar las virtudes.
La oración, además, es un acto propio del que tiene fe. Si tienes fe de verdad, harás oración, y no sólo eso, si haces oración tu fe irá en crecimiento porque Dios te va a dar la gracia que necesitas para que ésta aumente.
El demonio, por tanto, va a intentar alejarte de la oración de estas diez formas:
Primero, te va a insinuar que lo dejes para otro momento.
No hay prisa te dirá, lo puedes dejar para otro momento. El demonio te va a tentar con que mañana siempre es buen día para hacer la oración, que después es el momento acertado para ponerte a hablar con Dios, tu Señor y Creador. Mañana, después son palabras que agradan a Satanás. El aquí y el ahora, de eso siempre te va a intentar alejar, pero no sólo en la oración sino en todas las cuestiones que hacen referencia a nuestra filiación con Dios.
No dejar nunca la oración para después, buscar un momento, una hora, y cuando llegue ese momento y esa hora, ser fieles al Señor que nos espera en la oración, no entrar en conversación con el demonio, y no te lo plantees dejar para otro momento. Porque en la oración el después y el mañana nunca llegan o llegan demasiado tarde.
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Segundo, te va a insinuar que hagas menos oración.
Si el demonio no puede lograr que pospongas la oración a otro momento, por lo menos va a intentar que hagas menos oración. En lugar de una hora te dirá que la disminuyas a media hora. Si nos ponemos un horario, con un momento para hacer oración y una duración concreta, quince minutos, media hora, una hora, o el tiempo que hayas decidido con tu director espiritual, no te levantes de tu lugar de oración hasta que finalice ese tiempo, aunque se haga pesado, aunque cueste. Vence al demonio, que te insinúa que hagas menos oración.
Tercero, te va a intentar distraer con tus cosas y las cosas del mundo.
El demonio va a intentar que en el tiempo de oración no te centres en Dios, en sus cosas, en hablar con Él. El te va a sugerir cientos de temas con el único objetivo de que dejes de hacer oración y empieces a pensar en tus cosas, o en las cosas del mundo. Estas cuestiones, en este momento, son irrelevantes, sin importancia, pero te las presentará como de suma importancia, como vitales en ese momento, con el único fin de distraerte de Dios. No cedas a las seducciones del mentiroso, del maligno, del demonio, y habla con tu Dios, que te ama con todo el corazón.
Cuarto, te va a insinuar que estás perdiendo el tiempo.
Si has decidido seguir al Señor, servirlo con todas tus fuerzas, prepárate para la batalla. El diablo puede tentarte en el momento de la oración de esta manera: Estas perdiendo el tiempo en la oración. Mucho mejor si sales a ayudar a tu prójimo, al pobre, al que sufre, al que no tiene nada. El diablo te quiere imponer el activismo, que es un lobo, que va a devorar tu alma, y tu relación con Dios. Pero te va a presentar ese activismo con la piel de la caridad. No te dejes engañar, hay un momento para todo. Hay un momento para la oración, de vital importancia para el alma. Y hay un momento para la caridad, de vital importancia para vivir el mensaje del evangelio.
Quinto, no cambies, sigue siendo el mismo.
El demonio te dirá, estás orando más que antes, pero no eres mejor que antes. La oración no te esta cambiando, hacer oración no te esta haciendo mejor persona. Deja de hacer oración, insistirá el demonio, y sigue siendo la misma persona de siempre. Vuelve a tu estilo de vida, Dios si te quiere, te tiene que querer como eres, debe respetar tu forma de ser y pensar, sino Dios no te respeta, realmente no te ama. Fijaos como nos tienta el demonio, fijaos como os intenta alejar de Dios, que quiere santificarnos. No hablemos con el demonio, no dialoguemos con él, porque él es muy astuto, y puede vencernos. Debemos dedicarnos a hablar con Dios.
Sexto, no sientes nada cuando haces oración.
Él te puede hacer pensar que tus oraciones no van a ninguna parte, por la razón de que no sientes nada cuando rezas, no sientes emociones, no tienes sentimientos fuertes, no percibes el amor de Dios cuando oras. El demonio te dirá: Antes tenías sentimientos y sensaciones, recuerda aquel primer retiro que hiciste, pero ahora las emociones, los sentimientos, han disminuido. Esto nos hará pensar el demonio con la finalidad de que abandonemos la oración. Cualquier buen director espiritual te dirá que la oración no depende el los sentimientos, sino de la fidelidad a Dios. Oramos para ser fieles a Dios, oramos porque amamos a Dios sobre todas las cosas, oramos porque tenemos fe, y queremos aumentarla, no oramos por lo que podamos sentir en un momento dado.
Séptimo, sembrará la duda cuando parece que Dios no responde.
Si Dios no te contesta, te dirá el demonio, quizá es porque no existe. Quizá has estado orando durante mucho tiempo, con una intención específica, tal vez has hecho novenas y has ofrecido misas por esa intención y nos has conseguido una respuesta de Dios. El diablo aprovechará este aparente silencio de Dios para convencerte de que dejes de hacer oración. Esta duda de fe tiene como marco el pensamiento de algunos que ven a Dios como a Papá Noel, o el genio de la lámpara, que debe conceder todas nuestras peticiones.
Octavo, la ausencia de Dios en los desastres.
Quizá algún desastre hayas tenido en tu vida: una pérdida económica, un revés financiero, o una muerte prematura de un ser querido. El demonio te dirá: ¿Cómo puede un Dios bueno permitir que eso suceda? Un Dios bueno no puede permitir estos desastres, si Dios existiera, si Dios fuera bueno no hubiera pasado esto o aquello.
Noveno, tentaciones contra la pureza y la castidad.
Esta es una tentación muy típica para alejarnos de la oración. Meternos en la cabeza impurezas que nos distraen de las cosas de Dios, seducirnos con impurezas para alejarnos de Dios, ante estas tentaciones siempre debemos recurrir a nuestra Madre María, y a nuestro padre y señor San José, ellos nos ayudarán a alejarnos de estas tentaciones, y centrarnos en Dios.
Décimo, la desesperación.
Él querrá que cedas a la desesperación. Esto le paso a Judas Iscariote. Si él se hubiese arrepentido, tal vez tendríamos a través de todo el mundo iglesias con el título San Judas el penitente. Pedro se arrepintió y Dios lo perdonó, y se convirtió con la gracia de Dios en un gran santo. Sigamos el ejemplo de Pedro, el de la fidelidad. Y alejémonos del ejemplo de Judas, el de la desesperación.
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En conclusión
Debemos aferrarnos a la vida de oracio, como si nuestra vida dependiera de ello, como si la oración nos proporcionara el aire que respiramos. Si sentimos la tentación del demonio que nos quiere alejar de la oración, debemos seguir el ejemplo de San Ignacio de Loyola y actuar a la inversa, hacer exactamente lo contrario que nos sugiera este enemigo del alma, de la naturaleza humana.
Una cosa más:
Muchas gracias por tu atención y por haber leído este artículo hasta el final, solo me queda pedirte que ores por el sueño de Tekton, el Hogar de San José. Estamos intentando abrir este hogar, que pretende ser un hogar de misericordia para ayudar a las personas necesitadas. Un hogar para acoger a los pobres y darle los medios para encontrar un trabajo, una estabilidad. Pero además que el paso por este hogar signifique un encuentro con Cristo, un acercamiento a la vida de la gracia de Dios. Por todo ello, te pedimos oraciones para que este hogar sea una realidad, y te pedimos que te informes de este hogar y si puedes ayudarnos, no solo con tus oraciones, que es lo más importante, sino también con tu donativo.
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