El jueves santo nos trae una liturgia muy rica, las celebraciones en todo el mundo muestran los acontecimientos que vivió Cristo en la noche antes de padecer su pasión y muerte. La última cena y la institución de la eucaristía, la institución del orden sacerdotal, el lavotorio de los pies, el mandamiento nuevo, la adoración al Santísimo en el monumento. Son estos momentos que nos dejan muy cerca de los sentimientos del Corazón de Jesús, es por ello de suma importancia vivir esta liturgia muy de cerca, pues nos muestran, no meras acciones, sino los latidos más profundos de un Corazón que está dispuesto a quedarse con nosotros todos los días hasta el final.
Uno de esos latidos más profundos es la institución del orden sacerdotal. ¿Pero cómo debe ser la vida de un sacerdote? El Papa Benedicto XVI nos da la respuesta.
- El centro de la vida sacerdotal es la celebración diaria de la Santa Misa.
- El sacerdote debe vivir una vida de sencillez, castidad y servicio humilde.
- La oración del sacerdote es una exigencia de su ministerio pastoral, porque para la comunidad es imprescindible el testimonio del sacerdote orante, que proclama la trascendencia y se sumerge en el misterio.
- Uno de los servicios principales del sacerdote consiste en servir a los enfermos, a los que sufren, porque el Señor vino sobre todo para estar con los enfermos.
- El sacerdote debe conocer de un modo cada vez más personal a Jesús, escuchándolo, viviendo con él, estando con él.
- El misterio del sacerdocio consiste en la identificación con Él, en virtud de la cual los sacerdotes pueden hablar y actuar in persona Christi capitis.
Y otro de esos latidos profundos del Corazón de Jesús es la institución del sacramento de la Eucaristía. ¿Qué nos dicen los Santos de este gran misterio de amor?
- «Si tan solo pausáramos por un momento para considerar con atención lo que ocurre en este Sacramento, estoy seguro que pensar en el amor de Cristo por nosotros transformaría la frialdad de nuestros corazones en un fuego de amor y gratitud.» (Santa Ángela de Foligno)
- «Cristo se sostuvo a si mismo en Sus manos cuando dio Su Cuerpo a Sus discípulos diciendo: «Este es mi Cuerpo». Nadie participa de esta Carne sin antes adorarla» (San Agustín)
- «Cuando la abeja ha recogido el roció del cielo y el néctar de las flores más dulce de la tierra, se apresura a su colmena. De la misma forma, el sacerdote, habiendo del altar al Hijo de Dios (que es como el rocío del cielo y verdadero hijo de María, flor de nuestra humanidad), te lo da como manjar delicioso» (San Francisco de Sales)
- «Tened por cierto el tiempo que empleéis con devoción delante de este divinísimo Sacramento, será el tiempo que más bien os reportará en esta vida y más os consolará en vuestra muerte y en la eternidad. Y sabed que acaso ganaréis más en un cuarto de hora de adoración en la presencia de Jesús Sacramentado que en todos los demás ejercicios espirituales del día.» (San Alfonso María Ligorio)
- Preparando el altar, y después de revestirme, y durante la Misa, movimientos internos muy intensos y muchas e intensas lágrimas y llanto, con frecuente pérdida del habla, y también al final de la Misa, y por largos períodos durante la misa, en la preparación y después, la clara visión de nuestra Señora, muy propicia ante el Padre, hasta tal grado, que las oraciones al Padre y al Hijo y en la consagración, no podía sino sentir y verla, como si fuera parte o la puerta, para toda la gracia que sentía en mi corazón. En la consagración de la Misa, ella me enseñó que su carne estaba en la de su Hijo, con tanta luz que no puedo escribir sobre ello. No tuve duda de la primera oblación ya hecha» (San Ignacio de Loyola)
Y el tercer y último latido del Corazón de Jesús que quiero que consideremos es el mandamiento del amor.
- Dios es caridad, y quien permanece en la caridad, permanece en Dios. Ama, pues, al prójimo…, y en él verás a Dios… (San Agustín de Hipona)
- Faltar a la caridad es como herir a Dios en la pupila de sus ojos. ¿Hay algo más delicado que la pupila del ojo? (San Pío de Pieltrecina)
- La caridad…, de la cual está escrito que «no busca el propio interés», se entiende así: que prefiere las cosas comunes a las propias y no las propias a las comunes… De ahí que, cuando cuidamos el bien común antes que el propio, tanto conocemos que hemos adelantado en la virtud… (San Agustín de Hipona)
- La caridad es la medida con la que el Señor nos juzgará a todos. (San Pío de Pieltrecina)
- La caridad crece dando y dándose. (Santa Teresa de Ávila)
Se podrían decir muchas más cosas sobre el Jueves Santo y profundizar mucho más sobre las dichas, pero estas líneas son una pequeña ayuda para vivir este día al compas de los sentimientos más profundos del Corazón de nuestro Señor y Salvador Jesús.
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