El milagro de la Virgen María a un grupo de astronomos
El P. Charopin, el famoso astrónomo jesuita, se unió a un grupo de sabios, incluyendo a Príchet, Nipher, Engler y Valler, para estudiar el eclipse de sol del 1 de enero de 1889 cerca de San Francisco en Norman. Él era el único católico en la expedición y se enfrentó a los incrédulos protestantes con su fe en la Virgen María.
La noche anterior al eclipse, el cielo se nubló y se temía que las nubes obstaculicen el trabajo de la expedición. Pero P. Charopin estaba seguro de que tendrían dos minutos de sol durante la totalidad del eclipse. Les explicó que los católicos tienen una Madre en María que tiene el poder de hacer todo con Dios y que ama tiernamente a sus hijos. Con centenares de niños y religiosas rezando por él en San Luis, P. Charopin estaba seguro de que la Virgen les concedería dos minutos de sol.
Engler propuso un compromiso, que si el cielo estuviera cubierto, P. Charopin iría a pie a Odgen (a 500 millas de distancia), y a cambio, los profesores firmarían reconocer la Providencia de Dios y la protección de María si hacía sol durante el eclipse. P. Charopin aceptó el acuerdo y oró el rosario completo antes del eclipse, pidiendo a la Virgen que demuestre su poder y protección.
El día amaneció triste y nublado, pero diez minutos antes del eclipse, el cielo se abrió y permitió ver el anillo o corona durante dos minutos. Fue un éxito rotundo y los profesores corrieron a estrechar la mano de P. Charopin. Después de cenar, recordó a los profesores su compromiso y todos se arrodillaron para dar gracias a la Virgen por su protección.
Esta historia demuestra la fe inquebrantable de P. Charopin en la Virgen María y su capacidad para inspirar a otros a reconocer la Providencia de Dios y la protección de María. Es un testimonio de la importancia de tener una fe fuerte y confiar en la guía y protección de la Madre de Dios.
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