El poder de perdonar pecados
El poder de perdonar los pecados es una de las enseñanzas más importantes de la Iglesia Católica. Pero, ¿cómo recibieron los apóstoles esta autoridad de Jesús? ¿Qué significado tiene el hecho de que Jesús soplara sobre ellos para concederles este poder?
En el Evangelio de Juan, podemos encontrar la respuesta a estas preguntas. Después de la Resurrección, Jesús se apareció a sus discípulos en el Cenáculo, el mismo lugar donde había celebrado la Última Cena con ellos. Les saludó diciéndoles «la paz sea con vosotros» y les mostró sus manos y su costado, como prueba de que había resucitado de entre los muertos.
Luego, Jesús les concedió el poder de perdonar o retener pecados. En Juan 20,21-23, leemos: «Jesús les dijo otra vez: “La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.” Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»»
En este pasaje, Jesús les da a los apóstoles una autoridad especial con el Espíritu Santo para perdonar o retener pecados. Al soplar sobre ellos, les transmite el Espíritu Santo, que les capacita para ejercer esta función de perdonar los pecados en su nombre.
El perdón de los pecados es un tema recurrente en los Evangelios. Jesús habló a menudo de la necesidad de arrepentirse y confesar los pecados, y prometió que aquellos que lo hicieran recibirían el perdón de Dios. Pero, ¿por qué Jesús confió esta responsabilidad específicamente a los apóstoles?
La respuesta es que Jesús quería que sus seguidores tuvieran acceso directo al perdón de Dios a través de la comunidad de la Iglesia. Los apóstoles, como líderes de la comunidad cristiana, tenían la responsabilidad de preservar la integridad de la fe y de ayudar a los fieles a mantenerse en el camino de la salvación. El poder de perdonar los pecados era una herramienta esencial en este proceso.
Además, la autoridad de los apóstoles para perdonar los pecados fue vista como una continuación de la misión que Jesús había recibido del Padre. Jesús había venido al mundo para redimir a la humanidad y para ofrecer el perdón de los pecados. Ahora, al conceder a los apóstoles el poder de perdonar los pecados, Jesús estaba asegurándose de que su obra continuaría en la Iglesia primitiva y en todas las generaciones futuras.
En resumen, el poder de perdonar los pecados es un don de Jesús a sus discípulos que ha sido transmitido a lo largo de los siglos a través de la Iglesia. La autoridad de los apóstoles para perdonar los pecados fue un regalo de Jesús a la comunidad cristiana, para que pudieran ofrecer a los fieles el perdón de Dios y ayudarles a mantenerse en el camino de la salvación.
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