• 08/02/2025

Evangelio del día 10 de diciembre de 2018

Jesús no quiere ocultar su divinidad. Él es verdadero hombre como nosotros, pero también es Dios, con la misma divinidad de su Padre. Por eso puede perdonar los pecados. Su poder para curar era el mismo que le permitía perdonar al paralítico, así como puede perdonarnos a nosotros. La gente sencilla era capaz de reconocer que en Jesús había un poder divino. Por eso, ante sus obras respondían alabando a Dios. En cambio, los fariseos y los maestros de la ley no eran capaces de reconocerlo. Pensaban que Dios no podía actuar sin el control y la supervisión de ellos. Algunos se dedicaban a recorrer los lugares públicos señalando los errores ajenos. Nosotros podemos ser como ellos, tan entretenidos en mirar los pecados, que ya no reconocemos el amor de Dios que perdona.