Comentario del evangelio del día: (Lc 6,12-19)
Jesús oraba. Ciertamente no lo hacía para aparentar. Mientras sus discípulos descansaban, él procuraba un tiempo prolongado de dialogo íntimo con el Padre. Jesús mismo, en su corazón humano, necesitaba buscar ese tiempo de soledad orante, y no le bastaba una hora. Pero la importancia de esa noche entera de oración se advierte en lo que sucedió después. Jesús “reunió a sus discípulos y escogió a doce de ellos”. No los llamó al azar. Su llamada era el fruto de una elección madurada en toda una noche de conversación con su Padre. Inmediatamente, con los primeros rayos del sol, Jesús bajó con los elegidos a encontrarse con los demás discípulos y con una gran multitud, para enseñarles y curarlos de sus males. Todo eso brotaba de la intimidad de Jesús con el Padre.