Cita del evangelio del día: Mt 10,34–11,1
Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada …».
Comentario del evangelio del día por: San Juan Taulero
Reflexionemos sobre esta palabra de nuestro Señor: que quiere «atraer todas las cosas hacia si» (Jn 12,32). El que quiere atraer todas las cosas, las reúne primero y luego las atrae. Así hace nuestro Señor: recuerda primero al hombre sus divagaciones exteriores y sus dispersiones, haciéndole recoger sus sentidos, sus facultades, palabras, obras, y en el interior sus pensamientos, su intención, su imaginación, sus deseos, sus inclinaciones, su inteligencia, su voluntad y su amor. Cuando todo está bien recordado, Dios atrae al hombre, porque primero hay que separarte de todo bien exterior o interior al cual te ataste poniendo en eso tu satisfacción plena. Este despego es una cruz penosa, tanto más penosa cuanto más firme y más fuerte era el afecto.
¿Por qué permitió Dios que el día y noche de hoy se parecieran al día y a la noche que preceden? ¿Por qué lo que te ayudaba a la devoción hoy no te será de ningún socorro mañana? ¿Por qué tienes una muchedumbre de imágenes y de pensamientos que no acaban en nada? Querido hijo, acepta de Dios esta cruz y sopórtala: se te transformará en una cruz muy amable, si pudieras entregarle estas pruebas a Dios, aceptarlas, con un abandono verdadero, y agradecimiento por todo a Dios: «proclama mi alma la grandeza del Señor» (cf Lc 1,46). Que Dios coja o dé, el Hijo del hombre debe ser elevado sobre la cruz. Querido hijo, deja todo esto y aplícate más bien a un abandono verdadero, y piensa en aceptar mucho más la cruz de la tentación que buscar la flor de la dulzura espiritual. Nuestro Señor dijo: «el que quiera venirse conmigo, tome su cruz y me siga» (Lc 9,23).