Cita del evangelio del día: Mt 11,16-19
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: «¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Demonio tiene’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras».
Comentario del evangelio del día por el Beato John Henry Newman:
San Juan Bautista vivía separado de la gente, era nazir (Lc 1,15; Nb 6,1), consagrado a Dios. Dejó el mundo y se enfrentó a él…, llamándolo al arrepentimiento. Todos los habitantes de Jerusalén acudían a él en el desierto (Mc 3,7-8), y se enfrentaba con ellos cara a cara. Pero cuando predicaba, hablaba de alguien que tenía venir y enseñarles de manera muy diferente.
Alguien que no se separe de ellos, no se presentaría como un ser superior, sino como su hermano, hecho la misma carne y los mismos huesos, uno entre muchos hermanos, uno entre la multitud. Y efectivamente ya estaba entre ellos: «en medio de vosotros hay uno que no conocéis» (Jn 1,26)…
Por fin Jesús comienza a mostrarse y a «manifestar su gloria» (Jn 2,11) por los milagros. ¿Pero dónde? En un banquete de bodas. ¿Y cómo? Multiplicando el vino… Comparad todo esto, con lo que dice de sí mismo: «Vino Juan, y no comía ni bebía. Vino el Hijo del hombre que come y bebe, y decís: ‘ es un borracho ‘». Pudimos rechazar a Juan, pero lo respetamos; Jesús, él, fue despreciado…
Oh mi Señor, esto ocurre porque amas tanto esta naturaleza humana
que creaste. No nos amas simplemente como tus criaturas, obra de tus manos, sino como seres humanos. Lo amas todo, porque lo creaste todo, pero amas a los hombres por encima de todo. ¿Cómo es esto posible, Señor? ¿Qué hay en el hombre, más que en otras criatura? «¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?» (Sal. 8,5)…
No tomaste la naturaleza de los ángeles cuando te manifestaste para nuestra salvación, y no tomaste una naturaleza humana o un papel o una carga por encima de una vida humana ordinaria – ni nazir, ni sacerdote o levita, ni monje, ni ermitaño. Viniste precisa y plenamente en esta naturaleza humana que tanto amas, esta carne que fracasó en Adán, con todas nuestras imperfecciones, nuestros sentimientos y nuestras afinidades, excepto el pecado.