Comentario del evangelio del día: (Lc 17,7-10)
Recibimos la vida como un regalo. Cada segundo es un don que no hemos comprado. Si Dios dejara de actuar, nos desvaneceríamos en la nada y todas nuestras capacidades desaparecerían. Por eso nuestra actitud debería ser siempre humilde y agradecida. Somos servidores, y no podemos pretender que Dios esté a nuestro servicio. Sin embargo, llevamos dentro un adolescente caprichoso que piensa que hasta el mismo Dios está obligado a pagarle por cualquier cosa buena que haga. Así perdemos el sentido común. Recordemos las preguntas de san Pablo: “¿Qué tienes que Dios no te haya dado? Y si Él te lo ha dado, ¿por qué presumes como si lo hubieras conseguido por ti mismo?” (1Co 4,7). Mejor hagamos como Jesús, que se arrodilló ante sus propios discípulos y les lavó los pies (ver Jn I3,5).