Comentario del evangelio del día: (Lc 11,27-28)
Ella escucha las sabias palabras de Jesús e imagina qué alegría sería tenerlo como hijo. Refleja el orgullo de una madre. Pero hay una felicidad mayor que esa: la que proviene de escuchar la Palabra de Dios y obedecerle. Escuchar a Dios realmente da felicidad. Pero algunos no gozan escuchando la Palabra porque no le dan tiempo, porque no vacían su corazón, porque no escuchan con deseo, con hambre y con sed, porque no son como la tierra buena, que deja penetrar la semilla hasta el fondo. También hay felicidad al obedecer lo que pide esa Palabra, cuando dejamos de obedecer todo lo que nos imponen la publicidad, la sociedad de consumo, el mundo de la apariencia y la vanidad. Si la Palabra del Señor es nuestra guía, entonces sí podremos ser felices.