Cita del evangelio del día: Jn 6,16-21
Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos; soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: «Soy yo. No temáis». Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.
Comentario del evangelio del día por: San Francisco de Sales
«Tened confianza, soy Yo, no temáis… Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?.» Jn 6, 16-21
Puesto que Dios puede y sabe sacar bien del mal, ¿por quiénes hará esto sino por aquellos que, sin reserva, se han dado a Él?…
¡Ea!, hija mía, cuando habéis tenido penas, incluso cuando todavía no teníais tanta confianza en Dios, ¿es que perecisteis en la aflicción? Y me diréis que no.
Por tanto ¿no vais a tener valor para salir a flote en las demás adversidades? Dios no os ha abandonado hasta ahora, ¿es que ahora os va a abandonar; precisamente ahora que queréis ser suya?
No temáis el mal que viene del mundo, pues quizá nunca os llegue a venir; y en todo caso, si llegase, Dios os fortalecerá.
Él mandó a san Pedro que anduviese sobre las aguas, y San Pedro, al ver el viento y el oleaje, tuvo miedo, y el miedo le hizo hundirse y pidió socorro a su Maestro, que le dijo: «hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?», y le tendió la mano, tranquilizándole.
Si Dios os hace caminar por las olas de la adversidad, no dudéis, hija mía, no temáis. Dios está con vos, tened ánimo y os veréis libre…
No importa apenas lo que yo sea en estos momentos pasajeros; lo que importa es que yo sea eternamente morador de la gloria de mi Dios.
Caminamos hacia la eternidad; ya tenemos casi un pie allí; Dios quiera que sea para nuestra felicidad, y entonces, ¿qué importa que estos breves instantes transitorios nos sean molestos?
En medio de la agitación e inquietudes de nuestras pasiones, entre los vientos y las tormentas de las tentaciones es cuando clamamos al Señor, al Salvador, y Él permite que seamos así agitados para inducirnos a invocarle más ardientemente…