Cita del evangelio del día: Mt 6,1-6.16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
»Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
»Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».
Comentario del evangelio del día por San Francisco de Sales:
«Cuando vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta, y reza a tu Padre, que está en lo escondido.» Mt 6, 6
La oración es un coloquio, una «entrevista» o una conversación del alma con Dios por la cual nosotros hablamos a Dios y Dios a su vez nos habla.
Hay dos clases de oración: la especulativa y la mística. La especulativa trata de Dios con los hombres y entre los hombres; la mística habla de Dios con Dios y en Dios mismo. La especulativa tiende al conocimiento de Dios y la mística al amor de Dios.
Se llama mística porque esa conversación es muy secreta y en ella Dios y el alma se hablan de corazón a corazón, por una comunicación incomunicable a quienes son ajenos a los dos que la mantienen. El lenguaje de los enamorados es tan particular que nadie lo entiende sino ellos: «Yo duermo, mi corazón vela. Y mi amado me ha hablado.» ¿Quién iba a adivinar que la esposa, estando dormida, había podido hablar con su Esposo? Es que donde reina el amor, no se necesita el ruido de palabras externas, ni hace falta emplear los sentidos para conversar y escucharse el uno al otro.
En resumen, la oración no es otra cosa sino una conversación por la cual el alma se entretiene amorosamente con Dios sobre su amable Bondad, para unirse a ella.
Al amor le gusta el secreto y, aunque los enamorados no tengan ningún secreto que decirse, gustan de hablarse secretamente; y si no me equivoco, yo creo que es porque solamente quieren hablarse para ellos solos.
El amor no habla solamente con la lengua, sino con los ojos, con los ademanes y hasta incluso el silencio les sirve de palabra.
«Mi corazón te lo ha dicho, Señor, mi rostro te busca; tu rostro buscaré, Señor.»