Comentario del evangelio del día: (Lc 18,35-43)
Bartimeo gritaba junto al camino. Los demás avanzaban, seguían con sus proyectos. El ciego esperaba a Jesús con fe, con el corazón confiado. Jesús se acercó a él en actitud de diálogo, para enseñarnos que también con un ciego despreciado se puede conversar. A esos que querían que dejara de molestar, Ies mostró que un hermano necesitado no es una molestia. También hoy Jesús pasa por nuestras vidas y nos dirige esa pregunta cargada de amor: “¿qué quieres que haga por ti?”. Y cada uno de nosotros puede derramar en su presencia las preocupaciones más profundas. Aunque a veces el Señor parece lejano e inaccesible, y nos sentimos ciegos, nos invita a gritarle con confianza, para que Él actúe: “Por tu fe has sido sanado”. La fe del ciego le permitió alcanzar una vida mejor.