Comentario del evangelio del día: (Lc 23,33.39-43)
Jesús nos ama y quiere darnos vida después de la muerte, resucitarnos. Él estará con los brazos abiertos para recibirnos, y promete: “a los que vienen a mi no los echaré fuera”. Quiere que ninguno se pierda porque vino a salvar, a rescatar, a dar vida. Esto alimenta nuestra esperanza y nos permite orar por los difuntos. Nuestro amor no llega sólo a las personas que vemos y tenemos cerca. Llega también a quienes no vemos porque están en otro lugar de la tierra, o porque ya no están aquí. La oración también tiene esa amplitud, quien ama no puede olvidar a los que ya murieron. La oración por los difuntos es una de las grandes obras de misericordia que recomienda la Iglesia. Hoy todos nos unimos en ese gesto.