Hemos leído muchas veces este texto bíblico. Hoy le prestamos atención una vez más para entrar en lo profundo del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. En este tiempo de Adviento, hace falta detener el paso y abandonar la ansiedad para que esta Palabra de Dios nos hable una vez más. Vale la pena detenerse serenamente a contemplar ese momento sobrecogedor, ese instante sagrado en que Dios se unió a nuestra carne humana en el seno de una madre. Este es un texto del que no interesa tanto comprender los detalles, ni preguntarnos si nos exige alguna respuesta, sino, más bien, adorar en silencio, admiramos ante el misterio. Dentro de la belleza de esta escena, está el precioso sí de María, obra de la acción del Espíritu Santo en su corazón dócil y abierto.