Jn 2,1-12 En aquel tiempo, se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino». Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora». Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga».
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala». Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos. Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
Comentario del evangelio del día por:
Monseñor Pierre-Marie Carré – Arzobispo de Montpellier (Francia)
En Caná, en las bodas de aquella época, se invitaba a mucha gente. Por eso estaban presentes Jesús y María, y también los discípulos a quienes Jesús había llamado unos días antes; uno de ellos era del pueblo de Caná. (…) La presencia de Jesús, el Hijo de Dios y María, en una boda humana me parece de gran importancia. (…)María actúa en esta boda tal como sigue haciéndolo con nosotros, sus hijos, y con la humanidad: “Haced lo que Él os diga”. ¡Es una expresión audaz y llena de confianza! María no sabe lo que Jesús dirá, pero nos invita a aceptar las palabras que diga; aún más, pide que estas palabras se pongan en práctica.¿Han notado que estas son las últimas palabras de la Virgen María? ¡Son como un testamento que nos deja! Que nuestra reflexión no olvide los toneles que debemos llenar de agua para que Jesús pueda convertirla en vino. ¿No es esa la actitud diaria de nuestra vida, la cual ofrecemos al Señor para que la transforme con su presencia?María permite que el poder de Dios se manifieste. Este poder, en cierto modo, depende de nuestra libertad. ¿Queremos hacer lo que Jesús nos dice? La respuesta le toca a cada uno. ¡Nadie la dará por nosotros! Por un momento, pensemos en lo que puede significar tal petición, esto es, ¡cada persona en su situación, frente a las decisiones que necesite tomar!Oremos a la Virgen María con el Papa Francisco. “Oh, Madre, ¡aumenta nuestra fe!”. Recordemos que el que cree nunca está solo. “Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús para que Él sea luz en nuestro camino” (Lumen Fidei 60).
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