• 12/03/2025

Evangelio del día 22 de Marzo 2019

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En aquel tiempo, Jesús dijo a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: «Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». 

Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos». 

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.

Mt 21,33-43.45-46

Comentario sobre el evangelio del día de San Francisco de Sales:

«Plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre» (Mt 21,33) a la Baronesa de Chantal, el 24-2-1606. XIII, 145

«Dijo Jesús: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores.» Mt 21, 33- 43.45-46 

Yo les explico a mis oyentes que sus almas son la viña de Dios; la cisterna es la fe; la flor es la esperanza y el lagar, la santísima caridad; la cerca es la ley de Dios, que los separa de los demás pueblos infieles. 

A vos, mi querida Hija, os digo que vuestra buena voluntad es vuestra viña; la cisterna son las santas inspiraciones de la perfección que Dios os hace llover del cielo; la torre es la castidad, de la cual se debe decir que ha de ser, como la torre de David, de marfil; el lagar es la obediencia que granjea gran mérito a los actos; la cerca son nuestros votos. 

Que Dios conserve esa viña que ha plantado de su propia mano y haga abundar, cada vez más, las aguas saludables de sus gracias en vuestra piscina. 

Que Dios sea siempre el protector de su torre; que sea Él quien haga girar el lagar con las vueltas que sean necesarias para exprimir el buen vino; que guarde bien cerrada la cerca con la que tiene rodeada su viña y que los ángeles sean sus inmortales viñadores. 

Adiós, mi querida hija… Me voy al lagar de la Iglesia, al santo altar, donde perpetuamente se destila el vino sagrado de la sangre de ese racimo delicioso y único que nuestra santa abeja, como viña celeste, nos ha producido.

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