Cita del evangelio del día: Mt 7,6.12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran».
Comentario del evangelio del día por San Francisco de Sales:
«Cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacérselo vosotros a ellos» (Mt 7,12)
Espíritu de las Reglas. Tomo VI, 231
Cuando, como sucede con los religiosos, se tiene la obligación de seguir a la comunidad en todo lo que es de la perfecta observancia, he aquí un ejemplo de Jacob que es muy admirable y apto para demostrar que hay que acomodarse a los más débiles y frenar nuestras fuerzas para ponernos a su paso, sobre todo Jacob pues, volvía de la casa de su suegro Labán hacia su propia casa con todas sus mujeres, hijos, servidores y rebaños y en el camino se encontró con Esaú.
El pobre Jacob se asustó al verle, pues venía muy acompañado de gran tropa de soldados. Le saludó y vio que venía con afabilidad hacia él. Esaú dijo: hermano mío, ya que nos hemos encontrado, sigamos el viaje juntos y en compañía.
Pero Jacob respondió: Señor y mi hermano; os ruego comprendáis que no puede ser así. Porque voy con todos mis hijos, y sus pasitos cortos ejercitarían vuestra paciencia; yo estoy obligado y con gusto acomodo mis pasos a los suyos y lo mismo hacen mis servidores. Además, mis ovejas están recién paridas y los corderitos son tiernos y no pueden ir deprisa. También a ellos nos tenemos que acomodar y todo ello entorpecería tu camino.
Si queremos que el Señor bendiga nuestro caminar, sujetémonos a la observancia con toda sencillez, sin querer doblar los trabajos, ya que esto estaría en contra de la intención del Fundador.
Acomodémonos, de buena gana, con los más achacosos y os aseguro que no por ello llegaremos más tarde a la perfección, al contrario, eso mismo será lo que nos conduzca a ella más aprisa, pues al no tener mucho que hacer, lo haremos más perfectamente.
Y así es como nuestras obras agradan más a Dios, pues Él no tiene en cuenta la multiplicidad de cosas que hacemos por su amor, sino solamente el fervor de la caridad con que las hacemos.