Comentario del evangelio del día: (Lc 19,45-48)
Jesús valoraba el templo como lugar donde Dios quiere encontrarse con nosotros. Así lo expresa un pasaje de la Biblia: “Mi casa será casa de oración” (Is 56,7). Allí también el Señor promete: “Los alegraré en mi casa de oración”. Pero el templo se había convertido en un lugar de comercio, en una “cueva de ladrones”. El reproche de Jesús tocó los intereses de las autoridades religiosas, que “andaban buscando cómo matarlo”. Cuando vayamos a un templo, intentemos vivir la alegría de encontrar al Señor, de abrirnos en alabanza y en acción de gracias, porque nuestra relación con Él también puede convertirse en un comercio, podemos buscarlo sólo por interés. Jesús, así como purificó el templo, quiere purificar nuestro interior, de modo que el templo sea realmente para nosotros una casa de oración.