Cita del evangelio del día: Mt 13,24-30
En aquel tiempo, Jesús propuso a las gentes otra parábola, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?’. Él les contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto’. Dícenle los siervos: ‘¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?’. Díceles: ‘No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero’».
Comentario del evangelio del día por San Agustin:
«Cuando esto que es perecedero en nosotros llegue a ser imperecedero y cuando esto que es mortal se revista de inmortalidad» (1Co 15,54), entonces será la dulzura perfecta, el júbilo perfecto, la alabanza sin fin, el amor sin peligro… Y aquí abajo, ¿ no saborearemos ninguna alegría?. Sin duda, encontramos aquí abajo la alegría; disfrutamos aquí en la esperanza de una vida futura, una alegría con la que seremos plenamente saciados en el cielo.
Pero es necesario que el trigo tenga que soportar estar al lado de la cizaña Los granos están mezclados con la paja y la flor crece entre las espinas. En efecto, ¿quién dijo a la Iglesia «Como la flor entre las espinas, así también mi amada en medio de las jóvenes» (Ct 2,2)?. «En medio de mis hijas», es decir, no entre las extranjeras. Oh Señor, ¿qué consolaciones nos das? ¿Qué consuelo? o bien ¿qué espanto? ¿Llamas espinas a tus propias hijas? Espinas son, responde, por su conducta, pero hijas por mis sacramentos…
Pero, entonces ¿dónde deberá refugiarse el cristiano, para no lamentarse en medio de los falsos hermanos? ¿Dónde irá? ¿Qué hará? ¿Huirá al desierto? Las oportunidades de caída le seguirán. ¿Se separará, el que va por buen camino por no soportar más a ninguno de sus semejantes? Pero, dime, a este, antes de su conversión, ¿ha podido soportarlo alguien? Si, por consiguiente, con el pretexto de que avanza, no quiere soportar a ninguna persona, por este hecho, es evidente que todavía no ha avanzado nada. Escuchad atentamente estas palabras: «Soportaos los unos a otros con amor. Procurad mantener la unidad en el Espíritu con el vínculo de la paz» (Ef 4,2-3). ¿No hay nada en ti, que otro no tenga que soportar?