Comentario del evangelio del día:
Vemos a Jesús perseguido siendo ya un niño pequeño. Desde el comienzo fue objeto de envidias, intrigas y locuras del mundo. De ese modo aparece íntimamente unido a su pueblo. Porque, así como su pueblo vivió como forastero en Egipto, Jesús también fue a parar allí. Y así como Dios llamó a su pueblo desde Egipto, también llamó a Jesús desde allí. De este modo, se nos invita a descubrir que Jesús realmente comparte nuestra vida y comprende todo lo que nos pasa, porque, de una manera u otra, Él también experimentó los sufrimientos y los límites que nosotros padecemos. Vivió la pobreza, el desprecio, la incomprensión, la mentira, el dolor físico, la angustia, el abandono de los amigos, la soledad, la muerte. Compartió nuestra vida de tal forma que no podemos sentirlo como un extraño.