• 08/02/2025

Evangelio del día 28 de Enero 2022

Evangelio del día

Cita del evangelio del día: Mc 4,26-34

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

Comentario del evangelio del día por: San Francisco de Sales

[…] Nuestras obras, como el granito de mostaza, no son comparables a la grandeza del árbol de gloria que producen, pero tienen, sin embargo, el vigor y la virtud de operar esa gloria, pues proceden del Espíritu Santo, el cual, por una admirable infusión de gracia en nuestros corazones, hace suyas nuestras obras, y, al mismo tiempo, deja que sigan siendo nuestras, pues somos miembros de una Cabeza, de la cual Él es el Espíritu y estamos injertados en un árbol del cual Él es la savia divina.

Nuestras obras son, ciertamente, extremadamente pequeñas y nada comparables a la gloria, pero el Espíritu Santo, que habita en nuestros corazones por la caridad, las hace en nosotros, por nosotros y para nosotros, con un arte tan exquisito que esas mismas obras que son todas nuestras, son más aún suyas, pues como Él las produce en nosotros, nosotros las producimos recíprocamente en Él; como Él las hace para nosotros, nosotros las hacemos para Él, y como Él obra con nosotros, nosotros cooperamos también con Él.

Y como de esta forma Él obra en nosotros y en nuestras obras y, en cierta forma, nosotros obramos y cooperamos en su acción; Él deja para nosotros todo el mérito y el provecho de nuestras buenas obras y nosotros dejamos, para Él, todo el honor y toda la alabanza, reconociendo que el principio, el progreso y el fin de todo el bien que hacemos depende de su misericordia, por la cual ha venido a nosotros y nos ha asistido; ha venido a nosotros y nos ha conducido, acabando así lo que había comenzado.

¡Dios mío, Teótimo, qué bondad tan misericordiosa con nosotros es darnos esta participación!

Nosotros le damos la gloria de nuestras alabanzas: y Él nos da la gloria de disfrutarla. En suma, por unos ligeros y pasajeros trabajos, adquirimos bienes para toda la eternidad.