Comentario del evangelio del día: (Mc 10,17-27)
Prestemos atención a la pregunta: “¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? «. Hoy casi no nos preguntamos eso, salvo que tengamos una enfermedad grave. La vida nos arrastra con sus ofertas de bienestar y con los problemas cotidianos. Ya no nos planteamos el sentido último de nuestra existencia. Dos mil años atrás si se hacían esa pregunta, porque la muerte llegaba muy temprano y se percibía mejor la precariedad de esta vida. Sin embargo, la adoración de las riquezas también estaba, y podía más que el amor a la vida eterna. Esto nos lleva a preguntarnos de qué manera nos relacionarnos con las cosas de este mundo: ¿con un corazón libre y desprendido, que no deja de preguntarse por el sentido de todo? ¿O con un corazón atado, esclavizado y adormecido?