Comentario del evangelio del día: (Mc 6,17-29)
Herodes reconocía que Juan el Bautista era “un hombre justo y santo». Sin embargo, no dudó en hacerle cortar la cabeza para cuidar las apariencias. Su mujer Herodías, por otra parte, podía pedir cualquier cosa, y el odio al profeta pudo más que cualquier otro deseo. ¡Cómo nos trastocan los valores las vanidades de este mundo! Es conmovedor que un hombre tan grande como Juan el Bautista haya sido destrozado de una manera tan intrascendente y superficial. Sin embargo, podemos pensar que ese era su deseo. Seguramente, para él era un privilegio y un honor ser perseguido como los grandes profetas. Además, para alguien que vivió siempre lejos de las vanidades del mundo, era natural que la sociedad de la apariencia no soportara su presencia. Es bueno recordarlo hoy, en esta celebración de su martirio…