Comentario del evangelio del día: (Mt 8,5-11)
Jesús quedó admirado por la fe del centurión romano. Es importante que nos preguntemos qué es lo que causó la admiración del Señor. Las palabras del centurión fueron: “Señor, yo no merezco que entres en mi casa». A veces pensamos que, de alguna manera, merecemos la amistad de Jesús con nuestras obras. No fue esa la actitud del centurión. La Iglesia nos invita a decir esas palabras antes de recibir la comunión eucarística. De esa forma nos pide que reconozcamos que la comunión no es un premio para los perfectos, sino un alimento para los débiles. Nos acercamos a recibir a Jesús por puro don, por un regalo puramente gratuito, por una invitación suya que no tiene que ver con nuestros méritos y dignidades sino con su inmenso amor, que nos invita.