Cita del evangelio del día: Mc 4,26-34
En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.
Comentario del evangelio del día por San Agustín de Hipona:
Ese es el motivo por el que nosotros humillamos esta noche nuestras almas mediante el ayuno, la vigilia y la oración, sin que el fervor presente desdiga de esa humildad. ¿Qué es, en efecto, el grano de mostaza sino el fervor de la humildad? Mediante este grano han sido trasladados al corazón del mar los montes; es decir, los grandes predicadores del Evangelio, los apóstoles santos fueron trasladados de Judea a la tierra de los gentiles; y hasta del corazón del mundo, esto es, de los pensamientos del mundo, se hicieron dueños los montes de quienes se dijo: Tu justicia es como los montes de Dios; y también: Alumbrando tú de forma maravillosa desde los montes eternos.
Esos mismos montes iluminados, abrasados en sus cumbres, se trasladaron a sí mismos al corazón del mar, es decir, a la fe de los gentiles, y consigo llevaron también la luz que alumbra a todo hombre, cual monte de montes, rey de reyes y santo de santos, para que se cumpliese en ellos lo predicho por el profeta: En los últimos días será manifiesto el monte del Señor, dispuesto en la cima de los montes; y lo que él mismo había dicho: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: «Apártate y arrójate al mar», y lo haría.
Estos montes hicieron sagrada para nosotros esta noche, en la que el Señor resucitó del sepulcro para que el grano de mostaza enterrado no apareciese en su humillación, sino que, brotando, creciendo y extendiendo sus ramos por doquier, superase a todos los demás e invitase a los soberbios de corazón, cual si fueran aves, a buscar refugio y descanso en sí. Habite también en vuestro corazón este monte, pues no sufrirá estrechez donde la caridad le ha dispuesto un lugar amplísimo.