• 07/02/2025

Evangelio del día 4 de Abril 2023 (Jn 13,21-33.36-38)

Evangelio del día

Cita del evangelio del día: Jn 13,21-33.36-38

En aquel tiempo, estando Jesús sentado a la mesa con sus discípulos, se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando». Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?». Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.

Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces».

Comentario del evangelio del día por: San Crisóstomo

21a. Como el Señor estaba consolando a los apóstoles, que debían recorrer todo el mundo, y los fortalecía con doble consuelo, al pensar que el traidor estaba privado de ambos, se entristeció. Y esto significa el evangelista, cuando dice: «Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior…»

22. Y como no lo determinó por el nombre, de aquí nació en todos el temor. Por esto sigue: «Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba» «, no teniendo conciencia de tal maldad y, sin embargo, creyendo que la afirmación de Cristo era más digna de creerse que sus propios pensamientos.

23. Temblando todos, y aun el mismo que era cabeza (a saber, Pedro), Juan, que era el amado, se reclinó en el seno de Jesús. Por esto sigue: «Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús.»

Si quieres, pues, aprender la causa de esta familiaridad, sabe que era el amor; por eso dice «a quien amaba Jesús». Porque aunque los otros también eran amados, sin embargo, éste era más que los otros.

24. Quiere, pues, manifestar, que él era ajeno al crimen, y dice también esto para que no se piense que Pedro recurrió a él como a su superior, puesto que sigue: «Simón Pedro le hace una seña y le dice: “Pregúntale de quién está hablando”.» En todas partes se encuentra Pedro impetuoso en el amor, y aunque fue el primero en preguntar, no habló, sino que quiso saber mediante Juan. En todas ocasiones la Escritura manifiesta a Pedro entusiasta, y teniendo familiaridad con Juan.

26a. Ni aun entonces expresó nominalmente el Señor quién era el traidor, pues sigue: «Le responde Jesús: “Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.”» Y este modo de denunciarlo era para convertir, porque ya que no se avergonzó por la comunidad de la mesa, debió hacerlo por la participación del pan.

27a. «Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás…» En tanto que formaba parte de la asamblea, no se atrevía el diablo a invadirlo, contentándose con inspirarle desde el exterior, pero cuando Jesús lo desenmascaró y expulsó, ya con toda libertad se apoderó de él.

27b-28. «Jesús le dice: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto.”» Cuando dice esto, no es a modo del que manda o aconseja, sino del que reprueba y manifiesta que El no quería impedir la traición. span class=»citaBiblia»>«Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía.» Cualquiera que se fije, dudará en este pasaje. Al preguntarle los discípulos»¿Quién es?» (Jn 13,24), dijo: «A quien yo dé el pan mojado» (Jn 13,26), y sin embargo no lo entendieron. Puede suponerse que Jesús lo dijo secretamente para que nadie lo oyera, y por lo mismo Juan pregunta inclinado sobre el pecho, como quien dice, al oído; porque acaso Pedro lo hubiera matado, si Jesús lo descubre. Y así dice que ninguno de los convidados se había enterado, ni aun Juan, que de ninguna manera pensaba que un discípulo llegase a tal grado de iniquidad, de la cual, como él estaba tan lejos, no hacía a nadie capaz ni por sospechas. Ignoraron, pues, la causa de las cosas que había dicho Cristo. Qué era lo que ellos creían, lo manifiesta posteriormente San Juan: «Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que nos hace falta para la fiesta”, o que diera algo a los pobres.»

29. «Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que nos hace falta para la fiesta”, o que diera algo a los pobres.» En verdad ninguno de sus discípulos llevaba dineros, pero, por lo que aquí se dice, se insinúa que algunas mujeres los alimentaban de sus haberes. Y así, el que recomendaba que no llevemos ni manto, ni báculo, ni dinero, llevaba, sin embargo, bolsa para atender a los menesterosos, para que aprendamos que por muy pobres y crucificados para el mundo que estemos, debemos siempre cuidarnos de este ministerio. Jesús obraba muchas cosas para nuestra enseñanza.

30b. Y añade: «Era de noche.» , para manifestar la osadía de Judas, a quien no pudo detener ni cohibir lo importuno de la hora de su primer impulso.

32. «“Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto”.» Esto es, por sí mismo, no por medio de otra persona. «Y al punto le glorificará». Como diciendo: No largo tiempo después, sino inmediatamente aparecerán en la cruz todas las cosas dignas de gloria; porque el sol retrocedió, las piedras se abrieron, y muchos cuerpos de aquellos que dormían, resucitaron. De esta suerte levantó de nuevo los pensamientos de sus discípulos, que se habían abatido, y les aconseja que no se entristezcan, antes se alegren.

33. Como los discípulos habían oído que Jesús había dicho aquello a los judíos, para que no creyesen que también se les decía a ellos de la misma manera, dijo, hijitos.

Dijo esto para levantar el amor de sus discípulos, porque cuando hemos visto ausentarse a las personas amadas, nos llenamos de pena, y más cuando no podemos nosotros ir al lugar a que ellos van. También demostró que su muerte es cierta traslación a sitio más conveniente, inaccesible a los cuerpos mortales.

36. «Simón Pedro le dice: “Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.”» Grande amor es éste que vence al fuego en vehemencia, y cuya energía no hay prohibición que pueda detenerla. Pedro, el más fervoroso, oyendo las palabras «Donde yo voy, vosotros no podéis venir» (Jn 13,33), le preguntó: «Díjole Simón Pedro: Señor ¿dónde vas?».

37. Pedro, ni oyendo esto enfrenó su deseo, sino que sigue adelante, en posesión ya de aquella esperanza. Y como no abrigaba el temor de traición, continuó preguntando en medio del silencio de todos sus compañeros:«Pedro le dice: “¿Por qué no puedo seguirte ahora?…» . ¿Qué dices, oh Pedro? He dicho que no puedes y tú insistes en que puedes. Ya sabrás por la experiencia, que ese amor que me tienes de nada sirve si te falta el auxilio de lo alto.

38. «Le responde Jesús: “¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.”» Es por esto evidente que el Señor permitió la caída de Pedro, porque podía haberla evitado desde un principio, pero como lo veía dominado por la arrogancia, no lo impelió ciertamente a la negación, sino que lo abandonó a sí mismo para que aprendiera lo débil que era, y no estuviese sujeto a tales peligros cuando recibiese en sus manos el mando de la tierra; antes se conociese a sí mismo, recordando las anteriores debilidades.