• 18/10/2024

Evangelio del día 7 de Abril 2021

Evangelio del día

Cita del evangelio del día: Lc 24,13-35

Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.

Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?». Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?». Él les dijo: «¿Qué cosas?». Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?». Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las Escrituras.

Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.

Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.

Comentario del evangelio del día por: San Gregorio

«… pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.» No se les manifiesta de modo que puedan conocerle y en ello obra con suma prudencia, haciéndolo así respecto de los ojos del cuerpo, a la vez que les abría los ojos interiores del corazón, a pesar de que ellos le amaban interiormente, pero dudaban. Presentándose entre ellos les dio a conocer que hablaban de El mismo pero como aún dudaban sobre si conocerle, les ocultó su aspecto.

Pero les dirigió palabras interesantes, porque sigue: «El les dijo: “¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido.» Conversaban entre sí como si ya desconfiasen de que el Salvador podría vivir, lamentándose de su muerte. Por ello sigue: «Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: “¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?”»

«Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.»Como todavía era peregrino en sus corazones por la fe, fingió que iba más lejos. Fingir decimos que es componer, por esto a los que hacen obras de barro los llamamos alfareros [1]. La verdad sencilla nada hace con doblez, sino que se les presentó como cuerpo como lo tenían en la inteligencia. Pero no podía ser extraños a la caridad estos que marchaban con la caridad, así que lo invitan a su hospedería. Por esto sigue: «Mas lo detuvieron por fuerza». De lo que deducimos que no sólo debemos ofrecer hospitalidad a los peregrinos, sino que debemos obligarles.

Aquí se ve cómo Jesucristo es recibido por los suyos, y cómo honra por sí mismo a los que le invitan. Prosigue: «… Y entró a quedarse con ellos.» Le ponen la mesa, le ofrecen alimentos y conocen en el modo de partir el pan al que no habían conocido por la explicación de las Escrituras. Prosigue: «… cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron…»Todo el que quiere entender lo que oye, apresúrese a practicar lo que ya puede comprender. El Señor no fue conocido mientras habló, pero se dejó conocer cuando fue alimentado.

«Se dijeron uno a otro: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras”»El alma se enardece al oír la palabra divina, desaparece el hielo de la pereza y el espíritu se eleva al deseo y a la ansiedad de las cosas del cielo. Conviene, pues, oír las divinas enseñanzas, y lo que es enseñado por medio de la ley, como si se inflamase por una porción de antorchas