• 12/12/2024

Evangelio del día 8 de Mayo 2019

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El evangelio del día nos cuenta que:

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día».

Cita del evangelio del día: Jn 6,35-40
Comentario del evangelio del día, Yo soy el pan de Vida. Comenta el evangelio San Juan Crisóstomo:

En lo que sigue el Señor los va a iniciar en el conocimiento de los misterios. En primer término, habla de su divinidad, por lo que les dice: «Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida”» Y no dijo esto refiriéndose a su cuerpo, porque de esto habló más adelante cuando dijo: «el pan que os daré, es mi propia carne». Pero ahora habla de su divinidad, porque su carne es pan por la Palabra de Dios, que se convierte en pan celestial para todo aquél que recibe su mismo espíritu.

«Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis.» O acaso en aquellas palabras «os he dicho», da a conocer el testimonio de las Escrituras, al cual se había referido antes, cuando decía: «Ellas son las que dan testimonio de mí» (Jn 5,39). Y en otro lugar les había dicho: «porque he venido en nombre de mi Padre, y no me habéis recibido» (Jn 5,43). Y en cuanto a lo que les dijo: «Y que me habéis visto», etc., se refiere, aunque de una manera oculta, a los milagros.

Cuando dice: «Todo lo que me dé el …», demuestra que no es una cosa contingente el creer en Jesucristo, ni se consigue por medio de la sola razón humana, sino que necesita de aquella revelación que procede de lo alto, aun en el alma piadosa que recibe la revelación. Por donde no están exentos de culpa aquéllos a quienes el Padre no da, porque también necesitamos de la voluntad propia para creer. Por medio de esto refuta la incredulidad de aquéllos, manifestando que el que no cree en El se opone a la voluntad del Padre. Mas San Pablo dice que el Hijo los traerá al Padre (1Cor 15,24), esto es, cuando entregue el reino a Dios y al Padre. Y así como el Padre cuando da no se priva de nada, así tampoco el Hijo cuando entrega. Y se dice que el Hijo entrega, porque somos llevados al Padre por medio de El, y respecto del Padre se ha dicho: «Por medio del que habéis sido llamados a vivir en sociedad con su Hijo. Y así, el que viene a mí se salvará, porque he venido y he tomado carne en beneficio de éstos» (1Jn 2; 1Cor 1,9).

Por esto sigue: «porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.» Pero, ¿qué dices?, ¿unas cosas son tuyas y otras cosas son de El? Y para que nadie vaya a pensar cosa parecida, añadió: «Y ésta es la voluntad de aquel Padre que me envió: que todo aquél que ve al Hijo, tenga vida eterna». Y por esto quiere también el Hijo, porque Este da la vida a los que quiere. ¿Qué es, pues, lo que dice? No he venido a hacer más que lo que el Padre quiere, como no teniendo separada mi voluntad de la del Padre; todas las cosas que son del Padre son mías. Pero no dijo esto, porque lo deja para el fin. Y entretanto oculta las cosas superiores.

«Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día.» Respecto a lo que dijo «que nada pierda de todo aquello», no da a entender que necesite cuidar de ellos, sino que dice esto para que obtengan su salvación. Y después que había dicho: «que nada pierda de aquello, y no lo echaré fuera», añade: «Sino que lo resucitaré en el último día». Porque en el día de la resurrección serán arrojados todos los malos, según dice por San Mateo (Mt 22,13): «Cogedlo, y arrojadlo a las tinieblas exteriores». Porque ellos mismos serán los que se perderán, como dice también por medio de San Mateo (Mt 10,28): «Quien puede perder su cuerpo y su alma en el infierno». Y por esto, muchas veces les habla de la resurrección, para que no juzguen la providencia de Dios sólo por las cosas presentes, sino también atendiendo a la otra vida.

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