• 08/02/2025

Evangelio del día 9 de Agosto 2020

Evangelio del día

Cita del evangelio del día: Mt 14,22-33

Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario.

De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?». En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante Él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».

Comentario del evangelio del día por San Hilario de Poitiers:

Hay una cosa a considerar acerca de Pedro: él ha superado a todos los demás por la fe, pues mientras estaban en la ignorancia, fue el primero en responder: «Tú eres el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Fue el primero en rechazar la Pasión, pensando que era una desgracia (Mt 16,22), fue el primer en prometer que moriría y no renegaría nunca (Mt 26,35), fue el primero en negarse a que se le lavaran los pies (Jn 13,8) ; ha sacado también su espada contra quienes prendían del Señor (Jn 18,10). La calma que conocieron el viento y el mar cuando el Señor se subió a la barca representa la paz y la tranquilidad de la Iglesia eterna cuando regrese gloriosamente. Porque entonces vendrá y se manifestará, causando un gran asombro a todos: «realmente, Tú eres el Hijo de Dios». Todos los hombres harán entonces la confesión clara y pública de que el Hijo de Dios ha traído la paz a la Iglesia, no sólo en la humildad de la carne, sino en la gloria del cielo.