• 09/02/2025

Jovenes de San José: Gracias Alberto, te llevamos en el corazón

Jovenes de San José: El sábado nos comunicaban la muerte de nuestro hermano Alberto García. Personalmente no me lo podía creer. Aún ahora no soy capaz de asimilarlo. Alberto era una persona discreta, no le gustaba destacar, ni llamar la atención, y con su presencia, muchas veces silenciosa, sabías que estaba ahí y que podías contar con él.

Me vienen algunos recuerdos a la memoria. Por ejemplo, del Año de la fe, convocado por el Papa Benedicto XVI. Los Jóvenes de San José organizamos la Marcha de la fe por la ciudad de Barcelona. Atravesábamos la ciudad, cantando, rezando, repartiendo catecismos, y en definitiva, dando testimonio de nuestra fe. Alberto fue el que se encargó de marcar el recorrido de la marcha, y luego, para comprobarlo, lo hicimos los dos juntos, hablando y tratando temas diversos. También en las procesiones de San José, su ayuda fue imprescindible. Barcelona después de más de cien años sin hacerlo, sacó a San José en procesión por las calles. Y esto fue posible gracias a la ayuda de muchos hermanos, entre ellos Alberto. Y así podríamos ir pensando en todas las obras apostólicas que hemos ido haciendo, y Alberto siempre estaba dispuesto a ayudar y servir en lo que hiciera falta.

Pero, sin duda, su ayuda más grande, fue durante las salidas de reparto de alimentos a los pobres de Barcelona. El amor que mostraba por ellos. Porque tuve hambre y me disteis de comer, estas palabras, habrá oído Alberto, cuando ha llegado a la presencia del Señor. Porque tuve sed y medisteis de beber. Estas palabras son las que nuestro hermano Alberto habrá escuchado, palabras que brotaban de lo más profundo del Corazón de Jesús. Porque Alberto era un buen cristiano. Con una fe viva en obras. Con una frecuencia de sacramentos. Con muchas horas de adoración eucarística a sus espaldas.

Alberto, como San Pablo, no se olvidó de los pobres, siguiendo el consejo de los apóstoles. Luchó los nobles combates de la fe. En ocasiones con fuertes luchas. Es fácil seguir a Cristo en el Tabor, es fácil seguir a Cristo en Cafarnaum o en la entrada triunfal en Jerusalen. Pero, qué difícil es seguir a Cristo, en la oscuridad de la noche del Huerto de los Olivos. ¡Qué difícil es seguir a Cristo, cuando la barca tambalea y la azota la tempestad! Para mi, Alberto será un ejemplo. Porque supo seguir a Cristo cuando las cosas iban bien, y supo seguir a Cristo cuando la noche se ponía, y los vientos azotaban con fuerza.

En ocasiones pudo haber diferencias entre nosotros, pudimos estar en desacuerdo en algunas cosas. Pero todo eso carece de importancia para mí. Lo importante es que la jornada ha acabado para mi hermano Alberto, que se ha mantenido fiel en el combate, que ha cargado con su cruz siempre, y que detrás deja a muchos, que ahora tenemos un testimonio vivo de vida cristiana, vivida hasta el final.

Hay otros que hablan mucho, y dicen menos que Alberto con su silencio y testimonio. Hay silencios que valen más que mil palabras. Y Alberto es un ejemplo de silencio elocuente. De amor sincero, pero el amor no se demuestra con palabras, se demuestra con la vida, y Alberto testimonia el amor a Cristo con su vida. San José, sin duda, fue un modelo para él. ¡Que silencios más elocuentes los de San José! ¡que amor el de San José por Dios, por María, por nuestro Señor! Probablemente, después de ese Porque tuve hambre y me disteis de comer… Alberto ha recibido el abrazo de San José, el abrazo de todos aquellos pobres que atendió, el abrazo de grandes amigos, de familiares, y el abrazo del padre Alba.

Solo me queda decir una cosa. “Alberto, te llevo en mi corazón. Alberto, muchas gracias por tu fidelidad a Dios y a su Iglesia”, “Ruega por mi, para que algún día podamos volver a darnos un abrazo, pero esta vez en el cielo”

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