• 18/10/2024

Gracias, Pedro Sánchez, por jurar el cargo sin Biblia ni crucifijo.

Sin Biblia ni crucifijo Pedro Sánchez jura el cargo de presidente del Gobierno. ¿De qué nos sorprendemos los católicos? Pedro Sánchez sólo ha evidenciado lo que otros pretenden ocultar tras una Cruz y una Biblia. No queremos políticos que juran el cargo ante la Sagrada Biblia y el Cristo pero después promueven leyes antivida. No queremos políticos que implementen la agenda LGTB al amparo de una Biblia y un Cristo. No queremos políticos así, y es justamente lo que teníamos. No defiendo la postura del nuevo presidente del Gobierno, sólo manifiesto que Pedro Sánchez sí es coherente. Quienes promueven el mal en política y juran sus cargos ante la Biblia y el crucifijo son blasfemos, son lobos con piel de oveja y estamos cansados de engaños. Sánchez es un lobo que no se disfraza, que no usa signos cristianos para embaucarnos como han hecho otros.

Nos merecemos lo que tenemos: hemos apostatado en masa de nuestra fe, de la fe católica, y llevamos años pagando los resultados de nuestras decisiones. Corrupción, divorcio exprés, aborto y un sinfín de leyes que manifiestan nuestra falta de lealtad a los principios católicos. Desde hace mucho sabíamos que en la España actual, los partidos que se llaman de derecha o centro-derecha no representan los intereses de los católicos. Sin embargo, seguimos dándoles nuestro voto como borregos. Porque, claro, dan estabilidad económica a la patria y nos parece motivo suficiente para extenderles un cheque en blanco y que hagan lo que quieran con nosotros, con nuestros principios y con nuestra fe.

Nos hemos creído la mentira de que el político únicamente gestiona los recursos económicos del país, y por eso muchos apoyan a estos partidos. No queremos darnos cuenta de que, con este pretexto, ha entrado el cáncer del mal y el pecado en el “alma” de la patria. Porque el objetivo de los políticos no es la mera gestión administrativa, han ido mucho más allá. Han cambiado la esencia de esta sociedad. Han cambiado la moral y las costumbres de un pueblo que antaño supo vivir y morir por y para Cristo, su Evangelio y su Iglesia. Han cambiado la patria de san Ignacio de Loyola, de santa Teresa de Jesús, de san Francisco Javier y de tantos santos por la de infanticidas, ladrones y gente que llama al bien, mal, y al mal, bien. ¿Queréis saber cómo lo han hecho? Con el voto católico, al amparo de una Biblia y un crucifijo

El fin de la política y el de la moral se asemejan. La moral busca la felicidad del individuo, la política busca lo mismo para el pueblo entero. Por eso decía santo Tomás de Aquino que el fin de la política es más divino que el de la moral. Política y felicidad van íntimamente unidas. Por lo tanto, debemos preguntarnos qué concepto de felicidad tienen aquellos a quienes votamos. Si su idea de felicidad es el desenfreno sexual, impulsarán leyes que promuevan tal desenfreno porque, en su opinión, eso hará feliz al pueblo. Si su concepto de felicidad incluye el libertinaje, gobernarán imponiendo leyes que garanticen la depravación sin límites, porque –insisto– eso hará feliz al pueblo. En España y en otras muchas patrias, los católicos hemos estado regalando nuestro voto a políticos que tenían conceptos, ideas y principios totalmente opuestos a los nuestros. Y parece que no nos ha importado nunca. ¿Por qué? Porque lo hacían jurando su cargo con una Biblia y un crucifijo.

Nos han estado engañando y, seamos honestos, nos hemos dejado engañar. No ha sido una mentira sutil precisamente. Ha sido un embuste que ha durado muchos años y todos hemos podido ver sus consecuencias.

¿Y sabéis cuál ha sido su mejor arma? Nuestro miedo. Nos han dicho: “Si no gobernamos nosotros, gobernarán los rojos. Y recordad lo que hicieron en el 36”. Nos han estado atemorizando. Pero os diré una cosa: nada de lo ocurrido en el 36 llega a la suela de los zapatos de lo que “nuestros” políticos han hecho durante la democracia al amparo de una Biblia y un crucifijo. Millones de abortos, familias rotas por el divorcio, una juventud perdida en las drogas y el alcohol, una patria arruinada moralmente, rota por todas partes.

Por eso, si Pedro Sánchez no jura el cargo con una Biblia y un crucifijo, solo me queda darle las gracias. Gracias por no seguir con las blasfemias de otros partidos. Gracias porque ya sé lo que esperar de este Gobierno, más de lo mismo pero sin disfraces de oveja.

Por último, a los políticos que dejan el Gobierno, querría decirles que no se preocupen: cientos de miles de católicos insensatos volverán a votarles en las próximas elecciones para que puedan ustedes acabar de destruir la poca unidad y fe que queda en nuestra querida patria. Católicos encantados de la vida, porque ustedes destruyen al amparo de una Biblia y un crucifijo.

Marcos Vera Pérez