• 04/02/2025

Historia de la Iglesia: expansión del cristianismo en el mundo

1. Apostolado de San Pedro

Con la actividad apostólica de San Pablo, el cristianismo se difundió entre los gentiles de Asia y Europa. El resto de los Apóstoles también salieron de Jerusalén y expandieron el cristianismo por distintas naciones. Después del Concilio de Jerusalén, San Pedro se dirigió a Antioquía, de cuya ciudad fue obispo. Después se trasladó a Roma. Perseguido por los enemigos de la Iglesia, sufrió el cautiverio en la cárcel mamertina, donde fue torturado. Después del concilio de Jerusalén, San Pedro se dirigió a Antioquia, de cuya ciudad fue obispo. Después se trasladó a Roma. Perseguido por los enemigos de la Iglesia, sufrió el cautiverio en la cárcel mamertina, donde fue torturado. Condenado a morir en la cruz, pidió a los verdugos que lo crucificaran cabeza abajo, porque no se consideraba digno de morir como su divino maestro, Jesús. Fue crucificado el día 29 de junio del año 67 en el circo de Nerón del Vaticano. Allí se construiría la magnífica basílica de San Pedro, siglos más tarde.

2. San Juan Evangelista

El discípulo amado del Señor, que recibió al pie de la cruz a la Virgen Santísima como madre, vivió con Ella en Jerusalén hasta que la Madre de Dios fue subida al Cielo por los ángeles. Después marchó a Éfeso, donde organizó la comunidad cristiana. Durante la persecución de Domiciano, lo llevaron a Roma y lo condenaron a muerte. Después de azotarlo lo echaron a una caldera de aceite hirviendo, pero salió de ella sin ninguna quemadura. Entonces fue desterrado a la isla de Patmos, donde escribió el último libro del Nuevo Testamento, el Apocalípsis. Muerto Domiciano, San Juan volvió a Éfeso, donde murió el año 100.

3. Predicación de los Apóstoles

Santiago el Menor fue el único que permaneció en Jerusalén como obispo de la ciudad. Se distinguió por su bondad y misericordia. Con su amor a todos mantuvo unidos a los cristianos de Jerusalén. Escribió una carta a los cristianos que conservamos en el Nuevo Testamento. El príncipe de los sacerdotes Anás II envidia rabiosamente a Santiago. Su odio no se vio saciado hasta que no mataron a pedradas al Apóstol el año 62. San Andres predicó en Asia Menor, Escitia (Rusia); San Bartolomé en Arabia; San Felipe en Frigia; San Matías en Etiopia; San Judas Tadeo en Siria, Arabia y Mesopotamia; San Mateo a los judíos, Santo Tomás en la India y Santiago el Mayor en España.

4. El cristianismo en el Imperio Romano

Con la predicación evangélica de los Apóstoles y sus discípulos, el cristianismo quedó sólidamente establecido en muchas regiones del Imperio Romano, especialmente en las costas mediterráneas. El Evangelio traspasó las fronteras del Imperio Romano en el siglo primero, difundiéndose especialmente en Mesopotamia y Persia. Los siglo segundo y tercero son tiempos de florecimiento del cristianismo en Italia, Francia, España, Egipto, Cartago, las Galias y las Islas Británicas. Los primeros cristianos eran gentes sencillas y pobres, pero también había cristianos ricos, intelectuales y jefes del ejército.

5. Rápida propagación del cristianismo

La causa principal de la rápida propagación del cristianismo era misma fuerza de la verdad revelada que fue arrollando los mitos y fábulas absurdas del paganismo. Las soluciones que presentaba la doctrina cristiana a las cuestiones fundamentales que preocupaban a la humanidad (muerte, sufrimiento, el mal, etc) hacían que las personas de buen corazón abrazaran el cristianismo. Otras causa fundamental para el desarrollo del cristianismo fue la conducta privada y pública de los cristianos que tenía maravillados a los paganos. Sobre todo el amor que manifestaban al prójimo, virtud desconocida entre los gentiles. Los milagros y la fuerza irresistible del heroísmo d elos mártires también movió a muchos gentiles a abrazar el cristianismo. Especial atractivo para los gentiles era también el respeto y la elevación del pobre, de la mujer y de todos los débiles y oprimidos, que enseñaban y practicaban los cristianos.

Doce sencillos hombres de Israel propagaron el mensaje de Cristo por todas las regiones del Imperio Romano y traspasaron sus fronteras. Hoy somo mil millones de católicos en el mundo. Si cada uno de nosotros convirtiera a seis personas, el mundo entero seria de Cristo. Manos a la obra.