El demonio odia a Jesús en la Eucaristía. El demonio odia por tanto que los cristianos asistan a adoración porque sabe los beneficios que podemos obtener de este acto de adoración, sabe la alegría que despierta en el Corazón de Jesús ver a católicos de rodillas delante de él, adorándole y pidiéndole gracias. El demonio odia todo aquello que a Jesús Dios y hombre verdadero agrada. El demonio odia todo aquello que beneficia espiritualmente al ser humano.
Pero profundicemos un poco más en esta gran verdad, profundicemos en el conocimiento de lo que es la adoración para entender porque es tan odiado por el demonio.
Podríamos decir de forma resumida que este odio procede del hecho de que un cristiano adorando a Dios en la eucaristía manifiesta la actitud contraria que el demonio tiene ante nuestro Señor.
Si fijamos rápidamente nuestra mirada en los santos vemos un gran amor a la devoción eucarística por ejemplo San Ignacio de Loyola, después de la celebración de la santa misa, hacía oración ante la Eucaristía, y Santa Teresa de Jesús nos dice algunas veces y casi de ordinario al menos lo más continuo en acabando de comulgar descansaba; y aun algunas en llegando al Sacramento luego a la hora quedaba tan buena, alma y cuerpo, que yo me espanto. Y Ella misma nos da testimonio que en algunas ocasiones podía ver al Señor en la forma consagrada. La adoración eucarística es un elemento esencial en la vida de santidad.
La Eucaristía, además, es para el alma el pan y la medicina. Otra razón más por las que el demonio odio a la Eucaristía, pues esta es alimento del alma para el creyente que se acerca con el alma limpia de pecado, y un alma alimentada por tan divino manjar queda muy lejos de las tentaciones del demonio. El demonio le cuesta más tentar a un alma que de ordinario hace oración, porque es un alma bien nutrida de la gracia de Dios. Muchas veces, los esfuerzos del demonio se hacen estériles ante un alma eucarística. Y aún hay que decir, y el demonio lo sabe, que si un alma, a pesar de consentir en las tentaciones, peca, sabe que está en el camino de la adoración al Señor, y por tanto, tarde o temprano le será arrebatada ese alma. Un alma entregada en cuerpo y alma a la adoración es un alma perdida para el Maligno.
La Eucaristía además nos abstrae de las mundanidades, de las vanidades de la vida, de esta forma es más difícil caer en pecado a un alma desarraigada no del mundo, sino de las mundanidades, de la vida superflua que reina cada vez más en la sociedad, tan alejada de este Augusto Sacramento. Esta es otra razón más por las que el Demonio odia la Eucaristía pues, nos quita de la mente las y del corazón, los vanos deseos, y pone nuestra vista en mayores metas. Escuchemos el testimonio de Santa Margarita María de Alacoque, la confidente del Corazón de Jesús: Ante el Santísimo Sacramento me encontraba tan absorta que jamás sentí cansancio. Hubiera pasado allí los días enteros con sus noches sin beber, ni comer y sin saber lo que hacía, si no era consumirme en su presencia, como un cirio ardiente, para devolverle amor por amor. No me podía quedar en el fondo de la iglesia, y por confusión que sintiese de mi misma, no dejaba de acercarme cuanto pudiera al Santísimo Sacramento.
El demonio odio la Eucaristía, porque a él le es más fácil atacar a un alma solitaria, a un alma que piensa que está sola en el mundo, que carece de importancia para alguien. Sin embargo, un alma eucarística, es un alma que nunca se siente sola, porque sabe que su Señor no le abandona, porque sabe que su Señor va siempre con ella. Muchos hablan del gran amor que San Jose María Rubio tenía a la Eucaristía, y de que sentía la presencia del Señor siempre a su lado. Cuentan de él que en una ocasión iba solo a sacer un billete de tren para un viaje que debía realizar, pero, por equivocación saco dos billetes, uno para él y otro para su Señor Jesús. Fijaos hasta que punto llegaba a sentir este santo la presencia de Jesús junto a él. Un alma sin eucaristía es un alma que se deja abandonar, que no siente a su Señor, y por tanto se hace más accesible a las tentaciones del Demonio, un alma eucarística, tiene, o rápidamente adquirirá este sentimiento real, de la presencia continua del Señor.
Otra de las razones por las que Satán odio la adoración eucarística nos lo deja ver San Antonio María Claret, este santo sabía mucha de la adoración eucarística, hasta el punto que recibió del Señor una gracia muy singular. Jesús le concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre, día y noche, el Santísimo Sacramento en el pecho. Podríamos decir, por tanto, que san Antonio María Claret era una custodia humana. Pues este santo nos cuenta que el Señor le hizo saber que una de las devociones fundamentales para atajar los males que amenazan a España es la devoción al Santísimo Sacramento. La forma de acabar con los males que hay en España es la devoción a la Eucaristía, esto, evidentemente, se puede aplicar a otras patrias, y a todas en general, es decir, la forma de acabar con los males que hay en tu patria, el divorcio, la eutanasia, la ideología de género, pasa por la devoción a la Eucaristía.
Una razón más del gran odio que Satán siente por la Eucaristía, es que la adoración a este sacramento, es fuente de vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, también es fuente de vocaciones a formar matrimonios santos. Satán no quiere que haya sacerdotes, que haya religiosas, que haya matrimonios santos y por eso odia la eucaristía porque sabe que de ahí brotan innumerables vocaciones.
Ahora ya sabemos porque el Demonio odia la adoración eucarística, y a la vez, hemos entendido porque deberíamos amar nosotros la adoración eucarística. Hay gente que puede pensar, yo es que me aburro haciendo adoración, evidente que te aburres. Y el que se sube por primera vez a una bici solo normal es que caiga al suelo, pero a ir en bici se aprende cayéndose una y otra vez, hasta que finalmente aprendes a usarla y disfrutas usándola. Se aprende a hacer adoración, pasando largas horas aburrido delante de este sacramento, no temas aburrirte, persevera, intenta hablar con Él, que te mira desde la Custodia, y pronto, el Señor hará que ese aburrimiento se convierta en alegría.
No lo dudes, si no hacer adoración eucarística de ordinario, busca una iglesia, capilla, oratorio o parroquia que haga adoración y ve. Verás que pronto empieza a cambiar tu vida. Mucho ánimo y Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
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