La Divina Misericordia y la Justicia de Dios.
Dicen algunos y les gusta reivindicar a un Dios que es como un justiciero, para ellos parece que esta justicia está por encima de la misericordia.
Son los que temen a Dios y lo ven como si fuera un castigador enfadado con la humanidad. En algunos casos este modo de pensar puede ser, para este tipo de personas, un instrumento de camino hacia la santidad, ya que debido a esta visión severa y llena de temor cumplen los mandamientos de Dios a rajatabla.
Pero esto es desde mi entender una visión distorsionada de Dios, por decirlo de alguna manera es una forma muy racional de pensar en Dios.
Dios en su condición infinitamente divina se encarna como hombre. Pero no por ello, Él es menos divino. Hay que dejar de pensar en Dios en términos humanos. Dios es amor y ese amor se manifiesta en todo lo creado por Él. Desde la tierra, los mares, el aire, la vegetación, los animales, los hombres, lo visible y lo invisible, todo es imagen de su amor y nada es por este amor destruido. Ni la tierra será destruida al fin del mundo ni el hombre destruido al fin de los días, porque Dios es amor, y este amor es creador. No hay que humanizar a Dios, el no se turba, no se enfada, no se entristece, porque Él solo ama, ama sin cesar. Esto no es comprensible para nosotros y cuando el hombre es malo algunos quieren aplicarle al hombre una justicia que a mi entender es más humana que divina. Es la imagen de la justicia que ellos aplicarían, pero esta queda lejos de la de Dios. No es comprensible para nosotros, el amor de Dios no es racional, ni humano. Cuando este amor se manifieste en su plenitud, el hombre será recreado para ser y llegar a ser la imagen del mismo Dios. Dios no puede destruir lo que creó con amor.
En consecuencia, la justicia Divina no es otra cosa que la manifestación de la Divina Misericordia.
Dios en su inmenso amor nos propone su justicia como una manifestación de su amor. Podríamos decir que la confesión es en la Iglesia una imagen de esta justicia siendo ella como la puerta a la misericordia divina de Dios. Así pues no es un castigo como algunos piensan, sino un regalo para llegar a la felicidad completa.
En la iglesia la confesión/reconciliación es la imagen de esta justicia, el hombre aceptando el amor de Dios acepta su miseria, la reconoce, pide perdón y Dios, fiel al amor, aplica su justicia. Esta justicia llena de amor que nos santifica y nos hace vivir la infinita misericordia de Dios.
La imagen del artículo: Muestra un Jesús llamado Pantocrator. Si tapas un ojo con una mano y luego haces lo mismo del otro lado veras que de un lado es Jesús misericordioso y del otro Jesús justicia.
Sobre el autor de este artículo: Me llamo Marc soy un Joven de san José de Barcelona y trabajo en la web de Tekton.
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