Muchos de nosotros tenemos claro que hemos recibido una misión para Dios en nuestra vida. Pero cuando tratamos de seguir ese camino nos encontramos con infinidad de trabas y problemas. Y esto sucede porque la misión que Dios nos encomendó, siempre lleva a una guerra espiritual con el maligno. Que trata de entorpecer nuestro camino y el de Dios. Realmente es intrigante la idea de que cada uno de nosotros tiene una causa especial para estar aquí. Y que reside en las mayores profundidades del espíritu. Es un secreto muy profundo y tenemos la vida para resolverlo.
La vida es como tierra extranjera – un desierto – y tenemos que cruzar desiertos, escalar acantilados, soportar la falta de alimento, buscar refugio, redescubrir caminos. Decidir cuales se vuelven a tomar (y cuales son peligrosos), vadear ríos (que pueden tener rápidos), cortar a través de “pasadizos”, sobrevivir al calor y al frío, atravesar montañas y barrancos.
Eres como un explorador en un planeta extraño que un día verás que no era tu verdadero hogar. Sino un lugar para el aprendizaje y los logros, el crecimiento y la santificación. Nuestro trabajo se reduce a mantener nuestros ojos en la luz y guiar a nuestros seres queridos llevándolos con nosotros. Todos tenemos misiones y están relacionadas con las pruebas de la vida en la tierra, que es una carrera de obstáculos. Mientras, en un sentido “mundano”, puede ser difícil de creer, lo que Dios te ha asignado es tan importante como lo que Él ha asignado a cualquier otra persona.
Recuerda que eres un sueño que dios tuvo de ti desde el primer día y te engendró. Eso no significa necesariamente debes saber exactamente cuál es la misión. Esto comprometería las “pruebas” de la vida. Si supiéramos exactamente lo que Dios esperaba, tendríamos la “prueba” demasiado fácil. Y no nos engañemos, ese no es el objetivo, la vida es una prueba constante. Cuando tenemos éxito, purificamos nuestras almas y ayudamos a nuestras familias, que suelen estar con nosotros en este viaje. De hecho, algunas misiones pueden centrarse casi exclusivamente en las relaciones.
O bien, una misión puede tener que ver con lo que hacemos por los demás en el mundo: un trabajo, una vocación, una amistad, o un ministerio. El Señor te ha puesto a ti donde Él te quiere, y requiere que sirvas a los demás en cualquier papel que tengas. Las grandes almas se encuentran en todas las estaciones de la vida. Tal vez Él ha establecido que tu misión sea ser un conserje, un cartero, un abogado.
No importa lo que te haya pasado en tu vida. No importa cómo posiblemente te hayas extraviado. Y no importa cuán tarde apareces en el juego. Recuerda que Dios siempre puede volver al plan original que tenía para ti. Si estás en oración, si te arrepientes, si buscas trabajar para Él en cualquier obra en la tierra que ha asignado para ti, Él puede permitir que se produzcan las circunstancias para que de alguna manera recuperes lo que puedes haber perdido.
O quizás, algunos teorizan, que el camino que recorriste cuando te extraviaste era necesario para tu formación y la misión posterior. Porque hay cosas que eran necesarias que vivieras en carne propia para después operar con ellas. El crecimiento en la tarea implica el cumplimiento de cualquier plan que Dios tiene para ti. Significa diligencia. Significa la excelencia en lo que sea que haga (aún si el mundo considera tu vocación “pequeña”).
Una misión implica siempre fe, servicio y amor. También significa pureza. Podemos pedir ayuda especial en la búsqueda de nuestras propias misiones cuando tomamos la comunión. Se supone que debemos limpiarnos a nosotros mismos en esta vida. Estamos hechos para limpiarnos nosotros mismos en este tiempo de vida. Nosotros somos limpiados por las gotas de su amor. Estas gotas extienden su poder. Son como tinte, trayendo hermosos colores y anulando las obras del enemigo. Si no amamos, estamos perdiendo nuestra misión. El amor significa la pureza de intención.
Si estamos en el campo de la educación, significa enseñar a amar a los que enseñamos (y no simplemente obtener un cheque de pago). Si trabajamos en un restaurante es para satisfacer a los demás. Si se trata de un médico, el motivo es ayudar a otros con su salud. Cuando un cocinero reza durante la cocción, o un médico mientras el examen, o un maestro antes de entrar en un salón de clases, algo particularmente bueno se añade al producto terminado.
Y este es el toque de Dios, que es parte de la misión de cada persona. Es el enemigo que distorsiona nuestras misiones por el egoísmo. Y puede tentar a un médico a trabajar para su propio lujo o a un vendedor a agarrar todo lo que puede para sí, y esto hay que purificarlo. Cuando morimos, vamos a estar asombrados de por qué nos pasó todo lo que nos ocurrió.
Y veremos que no hay tragedias en esta vida si mantenemos nuestros ojos en Dios y en la vida posterior (las tragedias son lecciones). Todo es una oportunidad para brillar delante de Dios.
¿CUÁL PUEDE SER LA MISIÓN?
Tu corazón tiene el secreto. Tu puedes encontrar tu misión a través de “accidentes”, a través de encuentros casuales, a través de las palabras de otros, a través de un “trauma”, a través de algo que cae de la nada. O de algo que siempre ha estado ahí en frente tuyo – algo que estás haciendo, pero no del todo con el espíritu correcto. Una misión puede ser muchas cosas – y más de una.
Puede ser la maternidad simplemente. ¡Qué gran llamado! Esta fue la misión de la Santísima Madre. Puede ser en la profesión médica (cuando el motivo no es el dinero). Puede ser en la plomería o carpintería – ayudar a los demás, ayudar a la gente vivir. Puede ser cultivando. Puede ser evangelizando. Puede ser enseñar, o puede estar en ayudar a los inválidos. Puede ser la oración – simplemente orar por otros. Puede ser la música, o trabajar en el jardín o la cocina, cuando se hace algo en alabanza a Dios.
Cualquier cosa que sirva para mejorar la vida y las cosas pueden ser parte de tu misión. Un empleado de supermercado, sonriendo a los clientes; un paisajista, embelleciendo el mundo que le rodea; un conserje de escuela, bendiciendo a los niños; un alcalde; un policía, manteniendo a raya al mal.
PREGÚNTALE AL ESPÍRITU SANTO
Solamente en oración al Espíritu Santo, podemos discernir la dirección que debemos tomar. Y cómo debemos acercarnos a nuestros puestos de trabajo. Puedes estar haciendo el trabajo correcto, pero de la forma equivocada. Casi cualquier cosa que no conduzca a pecar se puede utilizar para ayudar a los demás; si se hace bien, significa la mayor gloria de Dios.
No importa la edad que tengamos, y aunque no tengamos idea de lo que podría ser, tenemos una misión que cumplir en el tiempo que estamos vivos. Mira en Hechos 20:24: “Pero ya no me preocupo por mi vida, con tal de que pueda terminar mi carrera y llevar a cabo la misión que he recibido del Señor Jesús: anunciar la Buena Noticia de la gracia de Dios”.
Ve con tus instintos. Sé más consciente de lo que son tus instintos. ¿Qué te conduce a la alegría? ¿Que hace que te sientas contento? ¿Qué te parece que vale la pena hacer? ¿Qué te trae paz? ¿Hay algún bagaje espiritual en tu familia que te ata y te detiene? Quizás nada interfiere más que la orientación hacia el dinero, que ha causado que muchos hagan lo que ellos piensan que deben hacer en lugar de lo que ellos sienten que deben hacer; lo que Dios quiere que hagas.
Cuando hacemos lo que Dios quiere, el dinero está ahí cuando lo necesitamos. Él nos envía sustento. Si hay una gran cantidad de él, puede ser un regalo que podemos utilizar para ayudar a los demás. ¿Qué ayuda a alguien o a algo? Pregúntale al Espíritu Santo. Es a través del portal de su corazón que entrarás en la eternidad.
5 PASOS PRÁCTICOS PARA ENCONTRAR TU CAMINO EN LA VIDA
Tal vez hayas oído decir, “Dios no puede dirigir un barco que no está en movimiento”. Hay verdad en eso. Entonces, ¿cómo empezar a moverse? He aquí cinco maneras de empezar:
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PERSEVERA
Termina lo que ya te han dado para hacer. No puedes ver a dónde ir después, si no puedes terminar lo que estás haciendo.
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ORA
Busca a Dios y comprométete con Él “Encomienda tu suerte al Señor, confía en él, y él hará su obra” (Salmo 37:5). Cultiva la actitud de Jesús, “No se haga mi voluntad, sino la tuya”.
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DISCIERNE
Ten en cuenta los pros y los contras delante suyo, la situación, los posibles resultados. ¿Dónde puedes utilizar mejor tus dones? Presta atención a lo que Dios te llama, a lo que te pone en frente y también lo que no te concede. Busca el consejo de asesores de confianza.
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EVALÚA
Descarta las cosas que están en contra de la Escritura o la enseñanza de la Iglesia, que causan daño o son pecados, y que actúan en contra de tu vocación elegida.
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NAVEGA
Ahora haz tu mejor elección, permaneciendo atento a Su voz y muévete donde tengas paz interior. Tal vez San Agustín lo dijo mejor: “Ama a Dios y [entonces] haz lo que quieras… Que la raíz del amor esté dentro de ti y nada pueda salir sino lo que es bueno”
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