• 21/02/2025

Las dos escaleras

Hay dos escaleras para subir al cielo, tu eliges cual usar.

En la primera escalera encontramos todo tipo de cosas colgando de ella, parecería más un árbol de navidad que una escalera. Las cosas que cuelgan de ella son cosas que se te proponen mientras subes. Estas cosas te son propuestas por el maestro del engaño al que tu le dirás que si el 95% de las veces. Porque el maestro del engaño tiene una inteligencia muy superior a la tuya ya que quien se la dio no es otro que el Creador y Él quiso que fuera muy superior.

Gracias a la fe el que sube por la escalera puede más o menos ir resistiendo a todas esas propuestas tan apetecibles que se nos ofrecen. La oración diaria de la mañana y de la noche, el santo rosario diario, la santa misa, la obras de caridad con nuestro prójimo y una vida plena viviendo la fe nos brindarán la gracia de que a cierto momento de esta escalada una nueva escalera se deje entrever.

La escalada por esta nueva escalera será relativamente fácil en sus primeros peldaños, nos parecerá ligera y amable, parecería que en lugar de subir uno está volando. Para llegar a esta última el hombre debería haber cortado el lazo que le tenía atado a todas esas cosas que colgaban de la otra escalera. No es posible subir por la nueva escalera cargado de todas las cosas del mundo, ni anclado en los vicios que de los apetitos del mundo y de la carne se derivan.

Sin embargo no todo está perdido para aquel que sigue subiendo por la escalera donde cuelgan todas esas tentaciones. Pasar por esos escalones es en muchos casos necesario, conocer la propia bajeza, la propia inaptitud, la debilidad de uno mismo es a veces fuente de gracia. Lo ha sido para mi que sumido en mis pecados hice una gran confesión muy detallada hace ya varios años, en la que confesé mis pecados desde la infancia, los pecados de omisión y lo que hubiera podido hacer y no hice. Y el Señor se apiadó de mi. Hubo un antes y un después de ese día y me sentí volver a nacer como otro hombre nuevo.

Así pues la escalera por la que subía que tantos caramelos me parecía poder coger en realidad se tornaron amargos nada más comerlos. Y una cosa engendraba la otra y al final quien parecía más un árbol de navidad era yo mismo, cubierto de mis pecados que me llevaban a la muerte.

La misericordia de Dios me vino a buscar, en el ascenso al cielo se me propuso un lavado a fondo y un volver a empezar con todo nuevo como si me hubieran acabado de bautizar. Y gracias a este día empecé poco a poco a practicar la virtudes cristianas, la vida de oración corazón absolutamente necesario para mantenerse en la gracia, el rosario diario y la misa de todos los días y la confesión quincenal.

Con la gracia de la fidelidad se sube por la escalera con relativa facilidad. Jamás dejar la oración pues con ella nos viene la gracia de ser fieles. Y tener apostolados para dar a los demás lo que Dios tan generosamente te da.

Para alcanzar con facilidad la escalera de la libertad es preciso que dejes las cosas del mundo que no son Dios. Bárrelo todo fuera de ti y alcanzarás la paz. No negocies con las propuestas que cuelgan de tu escalera, simplemente diles: ¡NO!

No corras ve sacando de tu vida cosas, y trata de ver tu vida de vez en cuando como si contemplarás un cuadro, mira que hay que quitar y que hay que poner. Deja a Dios que te vaya puliendo.

Si así lo haces llegarás a un punto en el que Jesús te dará su mano y subirás por una nueva escalera brincando como una gacela.

Sobre el autor de este artículo: Me llamo Marc soy un Joven de san José de Barcelona y trabajo en la web de Tekton.

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