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Modas anticristianas.
Capítulo quinto sobre la virtud de la pureza.
La exibición del desnudo del cuerpo es siempre gravísimo pecado de escándalo.
La moda que busca formas provocativas en el vestir, e incita al prójimo a la lujuria es pecado de escándalo. Dice el Señor: «Todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró en su corazón» (Mt 5, 28). De ahí que no quede immude de pecado la mujer que excitó torpes de los hombres, con su vestido ceñido o sin cubrir las partes del cuerpo que provocan más la sensualidad. No basta decir: «Yo sigo una moda que es ya costumbre social admitida, sin preocuparme de la moral de otros o de lo que opinen o sientan otros. Procedo sin prejuicios». esta falsedad no tiene justificación, porque en una sociedad materialista y anticristiana como la nuestra, seguir las modas en el vestir, que que desprecian en gran medida la modestia cristiana, ya es pecado. Además es otra falsedad afirmar que no se provoca a nadie con la exhibición de las partes del cuerpo que deben estar cubiertas con el vestido. La provocación no depende de los criterios subjetivos de la persona, sino de la causa objetiva que incita al pecado. La moda no ha de convertirse nunca en pretexto para la deshonestidad.
Personas poco formadas, de poca vida cristiana, dicen: «La moral no depende de medidas de vestidos, hechuras, centímetros de tejido». Están completamente equivocadas. La modestia y la moral en la moda tienen mucho que ver con las hechuras de los vestidos y el cubrir o no el cuerpo, como tiene mucho que ver con la moral, el peso en las defraudaciones en materia de justicia, los metros y las distancias en las leyes de tráfico, o en el numero en la claridad de la firma o en la integridad de los talones e instrumentos de pago. En cosas tan materiales no hay dificultad en admitir las exigencias de la justicia y la vida en sociedad. Mucho menos se pueden despreciar en temas de moral que son aún tan importantes. Son criterios laxos querer justifcar la deshonestidad en el vestido, y muy contrarios a las enseñanzas de la Iglesia.
Hay multitud de documentos de la Iglesia en esta materia, que enseñan a los fieles a comportarse con modestia cristiana, que exigen a los padres, educadores y sacerotes, que corrijan, reprendan y exhorten, a que las mujeres lleven vestidos que ispiren pudor. A los sacerdotes se les pide que no den la Sagrada Comunión a las mujeres con vestidos deshonestos.
No es tampoco indiferente desde el punto de vista de la moral, la introducción de la indumentaria y formas masculinas en la modas de la mujer, y de manera recíproca las formas femeninas en el hombre. A este respecto escribía el cardenal Siri, sobre este proceder ambiguo en los dos sexos:
«¿Por qué desde que el mundo es mundo, o mejor dicho, desde que la civilización está en camino, se ha tendido irresistiblemente por todos a dar una divisa diferente a las diferentes funciones? ¿No es esto el testimonio de un consentimiento del género humano a una verdad y unas leyes superiores a sí mismo? La cuestión de la indumentaria masculina de las mujeres, y en su tanto del afeminamiento de la moda entre los hombres, hay que considerarla como un elemento que daña el ordenamiento humano».
San Vicente Ferrer profetizó que la inversión de la indumentaria y la moda sería señal precursora de lso grandes castigos de Dios para los últimos tiempos.
Dice el mismo Dios en la Sagrada Escritura: «No llevará la mujer traje de varón, ni vestirá el varón traje de mujer, pues constituye abominación para Yahveh, tu Dios, todo aquel que hace tales cosas». (Dt 25, 5)
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