San Agustín de Hipona: No todo el que me dice: Señor, Señor
San Agustín de HIpona nos dice que: Debemos cuidar de no ser engañados en el nombre de Cristo por los herejes, o por los que lo entienden mal, o por los que aman el mundo, y por ello dice: «No todo el que me dice: Señor, Señor…» Pero veamos cómo puede concordar con esta sentencia aquella otra del Apóstol: «Ninguno puede decir: Señor Jesús si no lo dice inspirado por el Espíritu Santo». No podemos decir que aquellos que no entran en el reino de los cielos tienen el Espíritu Santo, pero el Apóstol puso propiamente esta palabra (1Cor 12,3): dice, para dar a conocer la voluntad y el entendimiento del que habla. Habla con propiedad aquel que manifiesta su voluntad y su pensamiento por medio de la voz. El Señor puso aquí en general la palabra decir. Parece que también dice aquel que ni quiere ni entiende lo que dice.
No creamos que pertenece a aquellos frutos de que había hablado antes, si alguno dice a nuestro Señor: «Señor, Señor», y que por ello nos parezca que es árbol bueno, sino que aquellos frutos son cumplir el designio de Dios. Por ello sigue: «Sino el que hace la voluntad de Mi Padre…»
Cuando la lluvia se pone como significando algún mal, se toma por la superstición nebulosa. Los rumores de los hombres se comparan a los vientos, el río a las concupiscencias de la carne, como que corren por la tierra. El que es inducido por las prosperidades es quebrantado por la adversidad, lo cual no teme el que tiene edificada su casa sobre piedra, esto es, el que no sólo escucha los preceptos del Señor, sino que también los practica. Mas se expone a peligro en todas estas cosas aquel que oye y no obra. Ninguno afirma en sí lo que percibe de Dios, ni lo oye, sino practicándolo. Debe considerarse que cuando dijo: «Y todo el que oye estas mis palabras», bien manifiesta que estas palabras comprenden todos los preceptos en que se funda toda la vida del cristiano, para que con razón los que quieran vivir según ella sean comparados a los que edifican sobre piedra.
San Agustín de Hipona ruega por nosotros pobres pecadores, intercede por nosotros para que sepamos entender las escrituras tal y como tu quieres que se entiendan. Danos humildad para comprender y ver lo que está oculto a nuestros ojos.
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