Este santo recibió el nombre de Bruno en honor de su tío abuelo. El joven, que había abrazado la carrera clerical, fue elegido obispo de Würzburg en 1033, y gobernó sabiamente su diócesis durante once años. Gastó todo su patrimonio en la construcción de la magnífica catedral de San Kilián y en la restauración de otras iglesias. Dos emperadores -Conrado II y Enrique III-, que admiraban la gran erudición del santo, le escogieron por consejero. Entre los libros que escribió san Bruno, se cuentan los comentarios a la Sagrada Escritura, al Padrenuestro, al Credo de los Apóstoles y al Credo de San Atanasio.
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