Martirologio Romano: En Roma, san Carlos de Seze, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, el cual desde la infancia se vio obligado a ganar el pan cotidiano, e invitaba a sus compañeros a imitar a Cristo y a los santos. Vestido con el sayal franciscano, se entregaba largamente a la adoración del santísimo Sacramento del Altar.
Algunos datos de santo del día:
Ante el pedido de muchas personas que le pedían incesantemente que redactáse algunas normas para orar mejor y crecer en santidad, el santo publicó un folletín causándole diversas difucultades por lo que casi es expulsado de su comunidad. Humillado se arrodilló ante un crucifijo para contarle sus angustias, y oyó que Nuestro Señor le decía: «ánimo, que estas cosas no te van a impedir entrar en el paraíso».
La petición más frecuente del hermano Carlos a Dios era esta: «Señor, enciéndeme en amor a Ti». Se dice que durante una Misa, al elevarse la Sagrada Forma de ella partió un rayo luminoso que le hirió en el pecho hasta penetrar en su corazón. A raíz de aquella experiencia y, a pesar de tener muy pocos estudios, escribió un libro de mística «Las grandezas de la misericordia de Dios», de la misma manera que hacía poesía. Conoció la caridad de sus superiores, que no quisieron que se colgara un trozo de loza de los platos que rompía (que eran muchos y muy a menudo), y que era la forma de penitencia que se usaba entre los franciscanos para recordar el cuidado que hay que tener con todas las cosas. Fue un santo obedientísimo que no pudo ser sacerdote ni misionero. Su Santidad Juan XXIII lo canonizó el 12 de abril de 1959.
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