El santo del día 8 de Noviembre y una homilía de San Juan Pablo II del día de la beatificación:
De la homilía de San Juan Pablo II en la misa de beatificación (10-X-1993)
La Iglesia te saluda, María Crocifissa, hija fiel de Clara, humilde plantita de Francisco. Tú conformaste tu vida a Aquel que por amor al hombre se dejó clavar en la cruz. Tú plantaste tu existencia en la casa del Señor, a fin de habitar para siempre en los atrios del amor, fiel a la Santísima Trinidad (cf. Sal 23,6). En una existencia breve buscaste constantemente el rostro del Amado, en quien esperaste (cf. Is 25,9). Lo encontraste en el rostro de los pobres que tocaban a la puerta de tu caridad, lo viste en las hermanas confiadas a tus cuidados y a tu autoridad, lo escuchaste entre las paredes del convento de Ostra Vetere, que guardó tu consagración. Pero mucho más intensamente lo sentiste cerca en el encuentro diario del banquete eucarístico, consciente de que quien come su carne y bebe su sangre será verdadera morada del Altísimo y vivirá para siempre.
Así, siguiendo la regla de oro de los consejos evangélicos, te encontraste en adoración a los pies de la cruz del Redentor, María Crocifissa, discípula de la Virgen Inmaculada, hacia quien alimentabas una filial devoción. Pobreza, castidad y obediencia, vividas con sencillez y alegría franciscanas, fueron el instrumento que te dio la seguridad de poder realizarlo todo en Aquel que nos conforta (cf. Flp 4,13) y a quien ahora contemplas en la gloria de tu Señor.
[L’Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 15-X-93]
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